Regalar es una acción que siempre es oportuna, no pasa de moda y tampoco está adscrita a tendencias; es además biunívoca y bidireccional, pues tanto a quien lo otorga como a quien lo recibe suele producirles sensaciones similares. Agradecimiento, alegría, ternura, simpatía y buen humor en quien es regalado y también para quien cavila y decide qué es lo que mayor ilusión le hará a su amigo, pareja, familiar o a cualquiera de sus personas favoritas. Desde el Coaching te hago la siguiente pregunta: ¿te gusta más regalar o que te regalen?
“¡Cuánto te gustan los regalos!”, me decía una de mis personas favoritas, alabando mi alegría e ilusión al recibir uno de esos obsequios que te hacen de vez en cuando, sin venir a cuento, al no tratarse de una fecha determinada, como cumpleaños u onomástica.
Y acertaba. Confieso que me encanta recibir algo de otra persona y, tal y como le expliqué a quien me regalaba, cuando me dan un obsequio, antes incluso de abrirlo, me invade una sensación de agradecimiento.
Detrás hay un tiempo de decisión por su parte, con reflexiones como “¿qué es lo que le gustará más?”, “¡fijo que esto le hará ilusión!” o “he de pedirlo con días de antelación, para llegar a tiempo con el regalo”.
Es decir, quien me agasaja me está reservando un tiempo en su agenda para hacer algo que me complacerá. En esas horas está pensando en mí, por lo que tal dedicación también se suma al regalo.
Dar y recibir
“Lo bonito de regalar es dedicar tiempo en pensar en alguien, en buscar algo especial que le pueda gustar; y luego esperar esa sonrisa, mientras abre el regalo, sabiendo que lo que has elegido le va a encantar. Ese momento es mágico”.
Es el mensaje de una tarjeta virtual que convocaba a su audiencia a pensar un rato en la acción de regalar. El principal significado de este término se refiere a la acción de dar algo a alguien, sin recibir nada a cambio, como muestra de afecto o consideración.
Tengo una amiga a la que regalar no supone, en la mayoría de los casos, invertir mucho dinero en el obsequio; es más, suele utilizar productos que previamente le han regalado a ella.
Confieso que me ha costado un poco asimilar esta forma de agasajo. Recuerdo que una de mis abuelas solía recitar un refrán al uso: “regalar lo regalado no está bien mirado”. Esta forma de pensar me había dado un enfoque quizá algo estricto para los usos y costumbres de otros.
Es cierto que, si yo hago un obsequio que previamente me han hecho a mí, debido a que ya lo tengo, o no me da tiempo a usarlo, o simplemente sé que a una de mis personas favoritas le puede encantar, se lo regalo, pero en fechas que no se correspondan con festividades concretas.
Esto es, hago un regalo sorpresa, indicando que, aunque me lo hayan regalado a mí, creo que le encantará, pues la he escuchado recitar las bondades de ese artículo en concreto. Porque intuyo que le hará feliz, lo cual me alegra a mí también.
Como me alegran los obsequios de Susana, aún a sabiendas de que sean sus regalos previos. Al fin y al cabo, su personalidad no es tan abierta a la generosidad, por lo que, cada vez que me hace un regalo, sé que le cuesta desprenderse de ello. Esto hace que personalmente le dé más valor.
Esta reflexión tiene que ver con otro término relevante: recibir. Parece que a todos estamos dispuestos a recibir agasajos, obsequios y regalos; sin embargo, no siempre es así y en algunos casos no estaría de más entrenarnos un poco.
Es lo que he hecho hasta darme cuenta de que cada cual tiene su forma de regalar y también de recibir. Para esto último son necesarias algunas cualidades, por ejemplo, la humildad, la responsabilidad, el reconocimiento, la lealtad, la compartición, la amistad, el amor y, por supuesto, el agradecimiento.
Valores para recibir
Si la generosidad es el valor fundamental de quien regala, también lo es el reconocimiento, el agradecimiento, la lealtad y la humildad. Desde el Coaching te propongo una reflexión en torno a estos valores, tanto si regalas como si recibes el presente.
Reconocimiento. Reconocer es un término casi mágico. El hecho de ser un palíndromo (se lee tanto de izquierda a derecha como al contrario) lo sitúa como valor de ida y vuelta. Quien regala, reconoce la importancia de agasajar al otro. Quien lo recibe, reconoce el significado del obsequio por parte del amigo, familiar o pareja.
Amistad. Es uno de los valores de primer orden. Se trata del afecto desinteresado por otra persona, el cual se fortalece mediante el trato. Para muchos es una forma de aprecio, hasta de amor, en una relación en la que caben los regalos.
Compartición. Es posible que el origen de muchos obsequios fuera el afán de compartir, de repartir algo que a uno le sobraba, mientras que al otro le faltaba. Hay un eslogan que desde siempre me ha gustado, “compartir es vivir”. Mi amiga Susana, al regalar, está compartiendo algo muy valioso para ella, que yo recibo con muchísimo cariño.
Humildad. Se trata del entrenamiento de los egos, tanto de quien regala, como de quien recibe. En el primer caso, cuando obsequio a otra persona, procuro pensar en que le hará mucha ilusión, si bien procuro no crearme expectativas al respecto. Puedo sentir que lo hago desde el corazón y confiar en que le gustará. Hasta ahí puedo leer, nada más.
Para quien lo recibe, la humildad le ayudará a entender que se trata de un gran obsequio; le hará darse cuenta del esfuerzo, tanto económico como emocional, que le ha supuesto a la otra persona.
Lealtad. Este valor hace referencia a la autenticidad, pero también a la fidelidad, es decir, a la constancia en los afectos. Hace tiempo, una de mis personas favoritas deseaba un robot de cocina de una marca determinada. Durante mucho tiempo tuve la creencia de que tal accesorio le llevaría a rebajar su calidad en la ejecución culinaria, con recetas que “sabrían a lo mismo”.
Un día de autoentrenamiento de ego me di cuenta de que se trataba de un regalo para esa persona; me percaté de que iba a sacarle provecho y, sobre todo, que era el regalo que deseaba, que le hacía ilusión. Ya no hubo dudas por mi parte. Cuando lo recibió, no podía creérselo (yo casi que tampoco, tal era su expresión de felicidad)
Agradecimiento. Un obsequio es una manera de decir “gracias” a muchas cosas: gracias por estar en mi vida, gracias por acompañarme en ese momento tan duro para mí, gracias porque eres una persona vitamina, gracias por esa ilusión que me demuestras cada vez que estamos juntas, gracias por compartir conmigo tus dudas, gracias por tu autenticidad, gracias, en fin, por el motivo que sea pero que me llena de luz.
Cuando alguien nos da un regalo creo que la primera palabra que nos brota es de agradecimiento. Desde el Coaching te propongo que hagas mentalmente el recorrido, a la inversa, del regalo recibido, hasta llegar a la motivación de tu persona favorita para obsequiarte. Con toda esa información proveniente de tu intuición, te invito a que agradezcas.
Amor. La intensidad de esta emoción nos une a otros seres. Hay muchas formas de amar y regalar es una de ellas, por todo lo que conlleva. Al recibir y agradecer, también amamos.
Para quienes habéis llegado hasta estas líneas, os cuento qué es lo que siento al abrir el obsequio: cuando desato lazos y desprendo con cuidado la cinta adhesiva del papel, muchas veces cierro los ojos para escuchar: “¿te gusta?”. Claro que sí. Todos me gustan. Siempre me gustan. Estoy encantada y es por eso que nunca cambio los regalos. Para mí son una muestra de amistad, de reconocimiento y de agradecimiento. De amor.
El mismo con el que recargo la energía al entregar mi regalo a otra persona. Observo su expresión y me enternece ver que, de vez en cuando, sus ojos se han humedecido. ¡Bien por ella! ¡Bien por mí! ¡Vivan los regalos hechos con y desde el corazón!
Y a ti, ¿te gusta regalar?
¡Felices Regalos de Corazón! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Al hacer un obsequio compartimos con la otra persona valores como el afecto, la generosidad y la ilusión.
Imaginamos qué le podrá gustar más a nuestra persona favorita, qué le hará vibrar.
¿Recuerdas cuál ha sido tu reacción al recibir tu regalo más reciente?
Hay personas a quienes les cuesta más hacer un regalo, sea por motivaciones económicas o de personalidad.
Reconocer, agradecer, apreciar, querer, comprender, compartir y amar son habilidades tanto en quien regala como en quien recibe.
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