Recuerdo numerosas escenas cuando era pequeña; por entonces, mi concepto del tiempo se alargaba inexorablemente en los momentos en los que no tenía qué hacer.
Entraba en la sala, donde mi madre se afanaba en calcar las líneas correctas del patrón de la revista “Burda”, pues ella solía confeccionarnos la ropa. Su atención se concentraba en tan difícil tarea. Pero yo entraba quejándome de aburrimiento.
“Mamá, me aburro”, le decía y ella, con tremenda paciencia, enumeraba una larga lista de cosas que podía hacer, a las que podía jugar. De repente, se me ocurría lo que ella no había mencionado: “¿te ayudo a dibujar los patrones, mamá?”
Mi madre, con gesto afable, me pasaba otro patrón cualquiera y un gran papel de seda, algo arrugado, indicándome que, con la pintura azul, siguiera el trazo de rayitas pequeñas sin equivocarme.
El resultado era que mientras ella seguía con su tarea, mi aburrimiento terminaba, aportándome una sensación de utilidad y de “estar ocupada” que me ha ayudado a crecer y a madurar como persona (¡gracias, mamá!)
El psiquiatra Javier de las Heras, autor de más de veinte títulos entre los que destacan “Ya no sufro más” o “La sociedad neurótica de nuestro tiempo”, define el aburrimiento como “un estado emocional de insatisfacción dentro de una existencia que, durante esos momentos, se percibe como insulsa, vacía, sin sentido”.
Se trata de una emoción que solemos sentir en la infancia, incluso en la adolescencia; no obstante, también los adultos la experimentamos. Sin embargo, ¿qué ventajas podemos obtener en esos momentos de tedio, incluso de hastío?
Conectados a la creatividad
Expertos como De las Heras destacan, como principal desventaja del aburrimiento, el hecho de entrar en una especie de bucle emocional de malestar para el que, si se quiere salir, se requiere una actividad que rompa con ese tedio.
Sugiere hacer una planificación que garantice que nuestro tiempo esté ocupado de forma satisfactoria durante la mayor parte de las horas del día.
También vale empezar una actividad cualquiera que no sea rutinaria y preferiblemente en compañía.
Desde el Coaching te propongo reflexionar a propósito de cómo se pueden aprovechar esos momentos aburridos:
Conexión. Con nosotros mismos y con los demás. Los episodios de aburrimiento pueden emplearse para la reflexión.
Autoescucha. Casi siempre es un buen momento para escucharnos tanto física, mental, emocional como espiritualmente.
Vivir el presente. Podemos darnos cuenta de lo que tenemos aquí y ahora. Es un entrenamiento en Mindfulness en toda regla.
Meditar. Ejercitar la meditación es algo que podemos hacer incluso a partir de una actividad automática, como ordenar un cajón o planchar (en este último caso, te propongo IronCoaching, el método de nuestro gabinete Diga Coaching, que consiste en el acompañamiento mientras se plancha la ropa)
Consciencia. Si estás aburrida, puedes ser consciente de quién eres y de cómo te sientes en este momento.
Agradecimiento. Te propongo cambiar el ánimo y anotar en tu Diario Coaching todo aquello que se te ocurra y por lo que estés agradecido.
Creatividad. Se dice que de los momentos de hastío pueden surgir las mejores ideas. Te invito a que pongas en marcha tus habilidades creativas en la materia que sea.
Los neurobiólogos aseguran que la creatividad es una de las funciones psíquicas que nos diferencian del resto de seres vivos. Se trata de un proceso intelectual original, que puede desembocar en algo concreto.
La creatividad conecta con el espíritu de adaptación, por lo que resulta una habilidad cualitativa de los seres humanos que nos lleva a evolucionar, a seguir hacia adelante.
Se sabe ahora que en la creatividad no intervienen únicamente los procesos conscientes, sino también los inconscientes, por lo que una persona va sumando información y experiencias que, en un momento dado, dan como resultado la expresión de esa sabiduría, que toma la forma de algo creativo.
La pausa para el autoconocimiento
Desde el Coaching te invito ahora a un entrenamiento muy particular. Imagina que estás muy, muy aburrido, ¿qué te parece mirar esta vez hacia adentro, para variar?
“Nos hemos racionalizado en exceso, por lo que creemos que todo tiene que pasar por pensarlo y además muchísimo”, dice Ana María Asensio, doctora en Neurociencia y fundadora de “Vidas en Positivo”; “se ha descubierto que esto es falso, es decir, no por pensar mucho en un problema lo resolvemos; muy al contrario, se genera más estrés”.
Resulta que el cerebro no puede estar separado del resto del cuerpo, lo que expresa Asensio haciendo una modificación en el lema del racionalismo por excelencia, “cogito ergo sum” (“pienso, luego existo”), que resume el pensamiento de René Descartes (siglo XVII), por “siento, luego existo”.
“Hemos empezado a pensar rápido, hemos acelerado nuestro ritmo de vida, incluso más de lo que nuestro cerebro está preparado para asimilar”, dice Ana María Asensio; “esto lleva a que las ondas cerebrales se alteren, segregando cortisol y adrenalina”.
Desde hace unos días me he dado cuenta de la relevancia de parar, de tomar un momento para detenerme.
Ha partido de la conducta de una de mis personas favoritas, empeñada en hacer cosas continuamente, sin un momento para la reflexión. Opté por el sincericidio, es decir, por expresar lo que me dictaba mi ego y expresarlo sin filtros, juzgando su conducta.
Sin embargo, durante la discusión, me di cuenta de que era yo quien tenía que parar. Debía detenerme un momento, para darme cuenta de lo que realmente deseaba hacer en ese instante.
He sabido que lo que me convenía en ese minuto era detenerme, respirar, tomar consciencia de quién soy y también poner distancia a esa emoción primitiva reactiva, una mezcla de ira, miedo y tristeza.
Así que, desde la sabiduría de Ana María Asensio, os propongo cuatro tips para paliar el aburrimiento, desde el conocimiento de uno mismo:
Críticas constructivas. Aquéllas que no lo son generan en el otro el efecto de haberle (haberte) golpeado el cerebro. Dice Asensio que “los comentarios positivos enfatizan la energía cerebral, provocando sensaciones placenteras que traen consigo la amabilidad, la petición, el respeto y el cariño; se trata de tomar distancia de esa emoción primitiva que provoca la reacción”.
Silenciación. Consiste en bajarse a los sentidos, dedicando unos minutos diarios a observar qué es lo que estamos oliendo, oyendo, viendo o saboreando, pudiendo compartirlo luego con nuestras personas favoritas.
Unitarea. Pasar de hacer muchas cosas a sólo una. Conectar con lo que estemos haciendo, dando lo mejor de nosotros mismos.
Pausas conscientes. Confieso que éste es mi tip favorito. Consiste, tal y como lo expresa Ana María Asensio, en “honrar el final y dar bienvenida al principio”. Cada día, antes de dar paso a la actividad mental y, nada más despertar, puedes concentrarte en el agradecimiento.
Desde el hecho de que es un nuevo día, con las oportunidades que ello comporta, hasta sentir que es otra jornada en la que puedes escuchar a los mirlos y los vencejos, en la que puedes ver la luz del sol, aunque esté nublado, en la que puedes sentir la seguridad que te da tu hogar, sea cual sea el lugar que habites.
Cada noche, acordarte de aquello por lo que estés agradecido. Te propongo que te empeñes en ver tus logros, aquello que hayas conseguido.
Una última reflexión para contraponer el aburrimiento. Es de Ana María Asensio y dice así: “hazte jardinero de tu interior”
¡Feliz Aburrimiento! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
El aburrimiento puede ser una oportunidad para dar juego a nuestra creatividad.
Se trata de aprovechar las posibles ventajas que nos plantean los momentos en los que estamos aburridos.
Infancia y adolescencia suelen ser las etapas en las que tomamos consciencia del aburrimiento.
En los momentos de hastío es cuando pueden surgir las mejores ideas.
Si estás aburrida, puede ser el momento de parar y de darte cuenta de lo que hay en tu interior.
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