Es posible que alguna vez te hayas planteado reactivar tu red de amigos, o también incrementarla en número, o incluso desapegarte de algunas personas con las que mantienes una relación que, aunque en algún momento fuera de amistad, ya no lo es. Por eso hoy, desde el Coaching, te propongo un entrenamiento como es el de reaprender a hacer amigos de nuevo, para lo que es posible que hayas de cambiar el foco desde lo emocional a lo racional.
Confieso que padezco el mal del terapeuta, dolencia que, aunque nunca antes la haya oído, lo cierto es que me afecta desde que era tan sólo una niña.
Consiste en una interpretación muy personal a propósito de lo que es el servicio y la ayuda a los demás, algo a lo que desde siempre he estado dispuesta.
Todo ello sazonado con una capacidad de escucha activa y atenta muy desarrollada, que actúa como un imán muy potente, de manera que atraigo a personas que me cuentan secretos, aspectos muy delicados de sus vidas y no siempre durante un proceso de coaching.
Esta compartición la agradezco y valoro, procurando acompañarlos hasta el punto en el que permiten ser apoyados. Sin embargo, al tratarse de algo tan personal, pasados unos días esas personas desaparecen.
He tardado un tiempo en comprender que cuando acompaño a otras personas sin seguir un proceso de Coaching como tal, aquello que me comparten se convierte en un impedimento a la amistad.
Es como si la otra persona se arrepintiera de haber compartido conmigo esa información, creyendo (y temiendo) que yo haga uso de ella.
Me ha pasado recientemente con dos personas. En el primer caso, se ha tratado de un proceso en el que el intercambio ha finalizado, es decir, que aquello que debíamos aportarnos mutuamente ya lo hicimos.
Como quiera que yo no parecía darme cuenta de lo que estaba pasando, la actitud de la que antes era mi amiga cambió de forma radical, tornándose sincericida e incluso en algunos episodios grosera y desagradable.
Aprendizaje número uno: allí donde íbamos, llegamos. Llegó el momento de decir adiós con firmeza y compasión, sin crueldad.
El segundo caso se ha tratado de una amistad potencial. También ha habido intercambios interesantes, hasta el punto de que ya la tenía por amiga. No obstante, varios episodios de ghosting (desaparecer de repente, para volver sin darle mayor importancia) después he tenido la certeza de que esta persona tampoco está dispuesta a una relación de amistad. Así que ha pasado a mi lista de “conocidos”.
Aunque como coach este tema no altera mi autoconfianza, como ser humano confieso que a veces me ha hecho tambalear. Me explico: dado que llevo el coaching en vena, incluso en los momentos en los que no realizo un proceso profesional soy, ante todo, alguien que desea servir y ayudar.
¿Amigos para siempre?
Cuando somos víctimas del ghosting o de una relación que se convierte en tóxica, hay veces que prolongamos el malestar, aferrándonos incluso a una relación que sólo existe de una parte, la nuestra. Desde el Coaching te propongo sanar el abandono y reaprender a hacer amigos a través de los siguientes pasos:
Sé consciente. Date cuenta de las señales que te da la otra persona; si te evita, sus mensajes son cada vez más escuetos, si deja de hablar contigo, si anula vuestras citas o si no te escucha, todo apunta hacia una estrategia de ghosting. Otras señales pueden ser los cambios en la conducta de la otra persona que, de pronto, parece utilizar un lenguaje aversivo o una actitud cruel.
Escúchate. Ponte como prioridad y escucha a tu “Pepito Grillo”, esa voz de la intuición que posiblemente te lo esté anunciando. En mi caso personal, hacía mucho tiempo que me lo apuntaba, aunque no lo escuchaba.
Permítete sentir. Que te dejen a un lado duele, duele mucho. Date permiso para sentir lo que debas sentir. Miedo, ira, tristeza, soledad o abandono son todas emociones legítimas que puedes confrontar. Aunque no te quedes en ese bucle emocional ¿cómo? Pues utilizando tu parte más racional. Pregúntate cuál es tu objetivo con respecto a tus relaciones de amistad.
Indaga. Averigua lo justo, aunque procura no tomarte nada por lo personal, pues tú no eres responsable de la decisión tomada por tu amigo, pareja o familiar.
Expresa. Queda con esa persona y dile, con asertividad, lo que crees que está pasando. No olvides contarle cómo te sientes, evitando la dramatización.
Haz el duelo. La ruptura brusca es una pérdida dolorosa, tanto en la forma como en el fondo. Déjate fluir sintiendo lo que sientas.
Agradece. Algunas personas aparecen en nuestra vida para quedarse; otras se van pronto e incluso llegan sólo a cruzarse. Todos los intercambios constituyen aprendizajes, aunque en el momento de la ruptura no lleguemos a comprenderlo. Por eso te propongo que agradezcas a las personas que te hagan ghosting, pues o bien tú, o bien ellas, os habréis enriquecido con el cambio.
Si has llegado hasta aquí, te cuento un poco más de mi proceso de (des) aprendizaje y (re) aprendizaje. He decidido que a la hora de consolidar y lograr nuevas amistades algo ha de cambiar. Por ello he puesto el foco en mi lado más racional y he decidido separar definitivamente mi parte de coach de mi parte personal.
Esta última ha de reaprender de las distinciones poderosas; por ejemplo, la diferencia entre empatía y simpatía, aún no muy ajustado en lo personal. O también el desapego de aquellas personas con las que ya se ha realizado el intercambio, esto es, que o bien ellas me han aportado lo que yo precisaba en un momento determinado, o bien al contrario.
La amistad para mí es ahora más sagrada que nunca; de ahí que haya decidido limpiar mis propios procesos, dándome la oportunidad de reabrirme y reaprender a hacer amigos.
Y tú, ¿te animas a este proceso de reaprendizaje?
¡Felices Desaprendizajes y Reaprendizajes de la Amistad! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Construye una red de amigos potente y saludable.
En algunos momentos, el intercambio termina y hay que soltar la amistad.
Sé consciente de las señales que te da la otra persona.
Escúchate cómo te sientes y permítete tus emociones.
Algunas personas aparecen en nuestra vida para quedarse; otras se van pronto e incluso llegan sólo a cruzarse.
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