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  • Foto del escritorSilvia Resa López

Por amor al arte

¿Te has parado a pensar qué es para ti la belleza? ¿Sueles visitar con frecuencia exposiciones artísticas? ¿Practicas alguna disciplina relacionada con el arte, en cualquiera de sus manifestaciones? ¿Sabes tejer? ¿Haces encaje de bolillos? ¿Prefieres la escultura? ¿Qué aspectos valoras en el arte? ¿Qué sensaciones experimentas ante un cuadro de tu pintor favorito?



Durante el pasado fin de semana he conocido a Estela, una artista especializada en la técnica del Patchwork sin aguja, esto es, la creación de motivos diversos, utilizando varios tipos de telas que se encajan como si de las piezas de un rompecabezas se tratara, pero formando un collage rígido.

La sensación de volumen, el alegre colorido y la originalidad del acabado me han hecho conectar con mi propia idea de la belleza, dándome cuenta de los aspectos que valoro en toda obra artística.


Además, he sido consciente del bienestar emocional que me proporciona estar ante algo bello, término este último que, en mi caso, es de amplio espectro. Tanto mejor, dadas las buenas vibraciones que me transmite el arte el cual, según la coach Merche Zubiaga, puede ser terapéutico.


“El arte y la creatividad ha sido mi forma de sanar”, dice Zubiaga, que ha participado recientemente en el congreso virtual “La mujer y la vida”, organizado, a su vez, por la también coach Sonia Herrero; “aunque he sido consciente de ello tiempo después”.

Dice Zubiaga que fue hace dos años, durante el confinamiento, “cuando el mundo se paró y me di cuenta de mi serenidad”; “las crisis te hacen descubrir cosas de ti misma y te ofrecen oportunidades de vida”; en este sentido, “no soy una experta en arte; sin embargo, lo consumo a mi manera”.



Silencio y coherencia


¿Qué aspectos son los que hacen conectar a Merche Zubiaga con ella misma, a través del arte? “la coherencia es vital para no perderte de ti misma; al prestar atención y estar alineada es como se cuida de la propia vida”, dice la fundadora de Tiempo de Arte Slow Art.


“A su vez, para prestar atención se requiere silencio, fundamental para darte cuenta de quién eres y observar tu entorno y a los demás”, dice Zubiaga, quien sintió la llamada del arte, nunca mejor dicho, durante una visita al museo del Prado, en Madrid.

El cuadro que reclamó su atención fue, ni más ni menos, Las Meninas, de Velázquez; “desde entonces, mi observación del arte me ha ayudado a resolver conflictos, a colocar la mente y a identificar emociones o sentimientos”.

Recapitulando, desde el Coaching te invito a seguir las bondades terapéuticas del arte y de la belleza, según nos comparte Merche Zubiaga:



  • Prestar atención. Las manifestaciones artísticas nos ayudan a observar, a estar atentos a muchos factores que, si no, quizá nos pasarían desapercibidos. “Esto ocurre con cualquier disciplina artística, simplemente prestando atención a lo que estés haciendo, el nudo se deshace; el arte tiene ese poder”.

  • Autoescucha. El arte te permite conectar contigo, oír tu propia voz, tu propio cuerpo, tu corazón.

  • Silencio. La belleza nos enlaza con la quietud, el silencio, nos invita a parar un momento y darnos cuenta.

  • Resolución de conflictos. “Al oír las explicaciones de un artista, leyendo un libro o escuchando música somos capaces de resolver temas pendientes, conflictos internos e incluso saber lo que sentimos ante enfrentamientos externos”.

  • Bienestar emocional. “Hay estudios que atestiguan que las cosas bellas activan determinadas áreas en el cerebro que nos hacen sentir mejor”.

  • Plenitud. La belleza te hace sentir plenitud; Zubiaga nos propone tenerlo en cuenta en las actividades cotidianas: “al poner la mesa, pararte un momento y darte cuenta de cuál es la forma más bonita que puedes darle, añadiendo, por ejemplo, una flor o doblando la servilleta de una manera original”; “aunque parezca algo simple, acciones como éstas pueden aportarnos no sólo bienestar, sino también paz”.

  • Verdad. “La belleza es verdad, aunque relativa”, dice Zubiaga, para quien “todo lo que es verdad es bello, si bien no todo lo que es bello es siempre verdad”.


Este aforismo me ha recordado uno de mis encuentros más recientes con el arte. En el Thyssen Bornemisza, en Madrid, la exposición “Hiperreal, el arte del trampantojo” muestra, a lo largo de sus siete salas, “un mundo de pequeñas cosas que, a primera vista, aparecen desordenadas”, dice Guillermo Solana, uno de los dos comisarios de la exposición, abierta hasta el día 22 de mayo.



Sin embargo, bajo ese aparente desorden “detectamos un orden subyacente, más profundo, a modo de caosmos o mix de caos y orden”, dice Solana.

Es curioso que al trampantojo lo denominen “el arte del engaño” y vuelvo al aforismo de Merche Zubiaga sobre que la belleza es verdad, aunque relativa. En mi recorrido he prestado atención a un anónimo español del siglo XVII, un bodegón de libros viejos que me ha llevado al despacho de mi abuelo, amante de la lectura. Me han dado ganas de estirar el brazo y coger uno de esos incunables, para oler el tiempo entre sus páginas amarillentas.

Ante “Muchacho saliendo del cuadro”, del artista catalán Pere Borrell del Caso (siglos XIX y XX), la sensación ha sido la de apartarme para darle espacio, tal es su realismo.


¡Qué bien me he sentido ante “El escaparate del vendedor de estampas”!; su autor, el británico Walter Goodman (siglos XIX y XX) ha plasmado con ese trazo hiperrealista el alcance de cada estampa, de cada detalle.

“Reverso de un lienzo” me ha hecho conectar con el proceso creativo en sí mismo, con la intrahistoria de la creación cotidiana. Pertenece a un artista neoyorquino de los siglos XIX y XX, William Moore.


Y hay mucho más; por ejemplo, una ventana tapiada que invita a ser liberada, un plato roto que sigue unido gracias a estar atado (respectivamente de Pierre Gilou, siglos XX y XXI y Pierre Ducordeau, siglos XIX y XX), un cajero automático decorado con grafiti (del madrileño César Galicia, siglo XX) o la expresión digital en cartón y madera “Tren elevado en Brooklyn”, de Isidro Blasco (siglos XX y XXI), que da cierre a la exposición.

Te cuento algo más. Tiene que ver con el asombro, también con el humor, con la sonrisa que ha aparecido en mi rostro en el momento en el que ha ocurrido y cada vez que lo recuerdo.

Para situarte, imagíname saliendo de la exposición “Hiperrealismo”, casi topándome con una gran puerta, parcialmente tapada por un panel provisional. Mi mente empieza a hablar: “es extraño que, habiendo un acceso tan amplio a la exposición, hayamos tenido que recorrer un pasillo, hasta llegar a las salas”; “lo cierto es que es raro que se haya puesto ese panel removible, pues fijo que las puertas han de ser preciosas, y no esa especie de biombo morado”.


Confieso que he tardado varios minutos en darme cuenta de la verdad, ésta sí que es bella; también de la belleza que, para mí, en ese momento, ha sido verosímil. Se trata del trampantojo de Lluís Hortalá, artista gerundense, “Ante la ley hay un guardián”.

Ahí lo dejo. Ahora, si quieres, sonríe tú.



¡Felices Expresiones Artísticas! ¡Feliz Coaching!


Y recuerda que…

  • La belleza eleva nuestras vibraciones, haciéndonos sentir bienestar emocional y físico.

  • La observación del arte ayuda a resolver conflictos, a colocar la mente y a identificar emociones o sentimientos.

  • Las cosas bellas activan determinadas áreas en el cerebro que nos hacen sentir mejor.

  • Todos llevamos a un artista dentro; basta con escuchar a nuestra intuición para entender lo que nos apasiona.

  • La belleza nos enlaza con la quietud, el silencio, nos invita a parar un momento y darnos cuenta.

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