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  • Foto del escritorSilvia Resa López

¿Eres una madre consciente?

Madre e hijo establecen un fenómeno de fusión emocional nada más llegar al mundo este último. Ambos son capaces de percibir y sentir lo que le pasa al otro; sin embargo, en un momento dado, la madre puede desconectarse ¿qué está ocurriendo? Posiblemente se trate de que esté más centrada en su propia infancia, en sus carencias, en sus heridas. Desde el Coaching, te acompaño en el proceso de ser una madre consciente, esta vez de la mano de Laura Gutman.



Hace algunos años, la tendencia en la crianza de los bebés consistía en “dejarlos llorar”, según un afamado método que tiempo después demostró no sólo su ineficacia, sino también un profundo sentido antipedagógico.

Recuerdo en cierta ocasión a una de mis sobrinitas llorando con desconsuelo a altas horas de la noche, mientras una madre ausente y un padre bien dormido hacían inexistente el acompañamiento, la ternura o el acogimiento de esa bebé.


Como vivíamos en casas contiguas, me desperté sintiendo el sufrimiento de la criatura. Tras dudar unos instantes, me dirigí hacia la casa de mis familiares, dispuesta a hacer sonar el timbre hasta despertar al adulto responsable. Justo en ese momento, la bebé dejó de llorar, posiblemente agotada ante el hecho de que nadie acudiera en su auxilio.


Al día siguiente hablé con los padres de la niña, haciéndoles ver que el llanto de la pequeña tendría posiblemente un significado. Por toda respuesta, el padre se disculpó, creyendo quizá que mi queja era debida a que mi sueño se había interrumpido.


Mi sorpresa fue mayor al hablarlo con la madre: “nos toma el pelo”, me dijo; “ella sabe que tiene que dormir y lo que no puede hacer es montar una escandalera cada noche”.

Argumenté entonces que un bebé no tiene desarrollado por completo el encéfalo, al punto de dar intencionalidad a sus acciones, pero la madre sólo dijo que seguía el método para educar a su hija; que tenía amigas que lo habían aplicado con anterioridad y actualmente sus hijos dormían muy bien.




Sentí que algo no funcionaba en esa madre y confieso que la juzgué. Por entonces sólo intuía, pero aún no sabía, que la peor trampa de una madre consiste en pensar que primero ha de cuidarse ella.


La trampa del “primero voy yo”


“El principal desafío que tenemos todos los seres humanos, especialmente con la llegada de un hijo, es la propia infancia”, dice la investigadora y terapeuta Laura Gutman; “algunas experiencias no las recordamos, mientras que de otras tenemos una lectura acotada y tergiversada”.


Esta experta ha participado recientemente en el congreso virtual “Alas de Madre”, organizado por Catalina Heincke.


Gutman nos invita a “entregarnos a las necesidades afectivas de cada niño pequeño, en lugar de suponer; prodigarle todos los cuidados que ese hijo requiere de nosotras”.

Para ello, nos propone dejar la culpa a un lado: “con la culpa lo que hacemos es poner en primer término lo que nos pasa a nosotras como madres, en lugar de colocar en el centro al niño y sus necesidades de ser amparado, sentido y percibido”.


Dice esta investigadora de la naturaleza humana que la trampa consiste en pensar que como madres hemos de cuidarnos primero nosotras: “ya que eso expresa el vacío que arrastramos de cuando éramos pequeñas”.

Gutman nos propone tomar conciencia de qué fue lo que nos pasó, “así es como voy a entender que no voy a volver al pasado, que no puedo volver a ser una niña para que mi mamá me quiera y me proteja, pues esto ya pasó”.


Sin embargo, esta comprensión nos puede llevar a “darnos cuenta del agujero emocional que vibra en nosotras”. Es así como “con consciencia, tomo la decisión de que ahora, siendo adulta, soy yo quien ha de amparar, proteger, cuidar, alimentar, intuir y facilitar la vida de ese pequeño”.



Dice Laura Gutman que “madre y bebé están fusionados emocionalmente, forman parte del mismo territorio, incluso después de que se corte el cordón umbilical”.

No obstante, llega un momento en el que las madres se desconectan de su bebé “reconectando con lo que le pertenece a ella y a su vida, respondiendo antes a este esquema que a lo que su bebé le solicita”.


Pedir disculpas a los hijos


“Imagina que tu madre te dijera que recordaba aquella vez que te castigó, o aquél incidente en el que sus palabras fueron tan hirientes”, dice Laura Gutman; “que te explicara que en tales momentos ella no sabía lo que ha conocido ahora, cuando ha entendido que arrastraba un vacío, el de su propia infancia, y que entonces no tenía los recursos para conectar contigo, para apoyarte, para escucharte, para quererte desde su ser; ¿cómo te sentirías?”


Esta experta nos propone un ejercicio de concienciación aplicable a la relación que como adultos podemos tener con los niños, con nuestros hijos. “La maternidad, que es una crisis vital muy importante, nos permite tener consciencia a propósito de cómo podemos criar a nuestro hijo”


Existe una primera opción, que consiste en ponerse como prioridad, haciendo que el niño se adapte a nosotros. “La segunda opción implica cortar el eslabón de la cadena transgeneracional del desamor, del desamparo, del sometimiento e incluso de la violencia, para buscar esos avisos de lo que el niño necesita, a los que responderé intuitivamente”.

Gutman ha creado el método “Biografía Humana”, sistema que “parte de la niña que hemos sido; al establecer qué nos pasó, qué hicimos con lo que nos ocurrió y qué seguimos haciendo con la vivencia interna de la supervivencia, nos daremos cuenta de aquellos escenarios en los que nos seguimos salvando, como si fuéramos pequeñas”.



“Es así como tendremos una mirada más global”, dice Laura Gutman; “por lo que nos preguntaremos qué podemos mover, con esta conciencia, a favor de nuestros hijos”.

“Si reviso mi ceguera, mi rigidez, el nivel de autoritarismo con el que fui criada o cómo entiendo que hay cosas correctas e incorrectas, me daré cuenta de lo que a veces impongo a mis hijos, en nombre de su bienestar”.


“Lo que voy comprendiendo de mí puedo compartirlo con mis hijos, pidiéndoles disculpas, pues siempre hay tiempo para ofrecerles una mirada global de lo que fue, tengan la edad que tengan”, nos propone Laura Gutman, que segura como está de la sinceridad de los niños, nos invita a que, si son mayores de tres años, les preguntemos cómo pueden ayudarnos, pues “ellos nos responderán con claridad e inteligencia”.


“Necesitamos comprendernos”, dice la autora de más de una docena de títulos, entre los que destaca “La maternidad y el encuentro con la propia historia”; “hemos de ayudar a las madres a conectar con sus bebés, ya que éstos perciben lo que les pasa a ellas”.



¡Feliz Reconexión Maternofilial! ¡Feliz Coaching!

Y recuerda que…

  • Madre y bebé están fusionados emocionalmente, forman parte del mismo territorio.

  • Para reconectar con nuestro hijo es preciso hacerle caso, atender a sus necesidades.

  • Uno de los mayores desafíos que tenemos los adultos es el de confrontar nuestra propia infancia.

  • La maternidad consciente propone una mirada distinta, desde fuera, con el objetivo de atender a lo que el niño viene pidiendo.

  • Como adultos debemos comprender que no podemos volver al pasado, aunque sí trascender lo que nos pasó y conectar con nuestros hijos.

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