El propio título, The Affair, las imágenes utilizadas en las presentaciones, que cambian cada temporada, la banda sonora, de Marcelo Zarvos y la sugestiva presentación de los personajes, todo ello unido a unos diálogos en los que la sensualidad llega al erotismo en momentos puntuales, no dejan lugar a dudas: una historia de líos e infidelidades.
Sin embargo, The Affair es todo menos una serie televisiva de asuntos maritales; cierto que también tiene de eso, pero es asombrosamente camaleónica, con argumento, tramas y subtramas que enredan y encandilan al espectador desde el primer momento.
Noah, Alison, Helen y Cole son el primer coro de protagonistas cuyas vidas van entrelazándose, tras la comisión de una infidelidad. Hasta aquí nada nuevo, ¿verdad?. No obstante, las versiones de unos y otros se van superponiendo y, sin repetir escenas, nos hacen ver claramente que un mismo hecho no se percibe de igual forma por los demás.
¿Es el mismo cuadro?
Son variados los recursos de los que se vale la serie para subrayar este punto; sólo por citar un ejemplo, en uno de los episodios de la quinta temporada aparece un retrato realizado por uno de los partners, de los personajes secundarios.
La expresión de la figura representada es completamente diferente según lo mira Whitney o un rato después Helen, su madre. Se trata de un efecto que permite inferir al espectador cuál es el estado de ánimo de cada una, acentuando así la emocionalidad de las escenas, construidas en torno a este punto en común.
Otros detalles que “cambian” según quién sea el observador son desde el tipo de ropa que lleva Alison, o su peinado, hasta su expresividad, su comunicación no verbal. Y lo mismo con Helen, Cole y Noah, el coro protagonista durante gran parte de la serie, que reparte sus 42 episodios entre cinco temporadas.
El guión, de Sarah Treem, basado en una historia de ella misma y Hagai Levi, al alimón productores ejecutivos, permite escenas de corte rápido, aunque lo que se cuente en ellas tenga un gran peso en la historia. Quizá sea esa agilidad la que consigue que el espectador quiera más.
Cada capítulo tiene al menos dos relatos, los cuales coinciden en algún punto, pero con distinto enfoque, para luego, antes de terminar, aportar nueva información con la que se enlaza el siguiente episodio. Sencillamente genial.
Desde el Coaching
Para qué esa historia, qué revelan las vidas interrelacionadas de los personajes o cómo se sucede el relato anima a una interpretación desde el Coaching.
Historia. Parte de un hecho particular, un asunto, affaire o infidelidad que, más que destruir o corromper a quienes lo viven, los anima a tomar responsabilidad de sus vidas, en las que cada acto tiene su consecuencia, todo bajo el leiv motiv, que llega a ser mantra, de que “cada uno hace lo que debe o tiene que hacer”. Desde el Coaching, a eso se le llama fluir.
Personajes: El atractivo de los protagonistas, especialmente el core o núcleo dramático centrado en cuatro personajes, reside en que se hallan dormidos, sin rumbo ni motivo, pero el cambio que produce en sus vidas ese asunto los hace despertar, trascender, tomar responsabilidad, llegar a la aceptación y alcanzar su felicidad.
Cada cual a su manera realiza su propio proceso de Coaching, con el objetivo de vivir el presente. Se describen bajo patrones diversos, pero como rompecabezas que necesitan de los demás para completar las piezas que les faltan.
Emociones: Un amplio elenco de sentimientos, como la culpa o el dolor de inicio, si bien antes estaban el miedo y la tristeza. Hay también ira y sentimiento de soledad. En ocasiones aparece la angustia e igualmente surgen la compasión, el perdón, el amor y hasta la alegría, como vía para la felicidad.
Conceptos: Se plantean conceptos como el de trascendencia, para sacar afuera aquello que está oculto; el de búsqueda, pero sin perderse; el de despertar, atendiendo a la felicidad del momento presente; también el de proyección, como intento de seguir en el área de confort; el de muerte, destino e incluso el de vidas paralelas, relacionado con la toma de responsabilidad.
Baja autoestima, dependencia, miedo, culpa, soledad, angustia o decepción, pero también aceptación, amistad, compasión, perdón y amor en su sentido más amplio palpitan bajo cada historia personal, que, al incidir y coincidir con el resto, dejan claro lo que el poeta asturiano Ramón de Campoamor expresó en verso: “En el mundo traidor, nada hay verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.
Desde el Coaching, os invito a ver “The Affair” y os propongo que observéis aquello que os resuene. Quizá os acompañe en vuestro proceso.
¡Feliz Serie! ¡Feliz Coaching!
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