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  • Foto del escritorSilvia Resa López

Elige las buenas noticias

¿Eres de las personas a las que le gusta estar al día? ¿consumes información a través de pantallas? ¿qué tipo de noticias prefieres? ¿detienes el vídeo de una historia si se torna desagradable? ¿practicas el doomscrolling o consumo de informaciones negativas mediante dispositivos digitales? ¿conoces sus efectos en tu salud emocional?



Me gusta escuchar la radio por las mañanas. En las pausas de teletrabajo suelo conectar alguna de mis emisoras favoritas para ponerme al día, prestar atención a alguno de los tertulianos o aprender acerca de la importancia del ácido Omega3 o la vitamina B12.

No obstante, hay algunas noticias que me causan malestar. Son aquellas informaciones relativas a sucesos, sean o no luctuosos. Reconozco que he desarrollado una especie de sexto sentido en su detección, de modo que sólo por el tono del locutor, o con el enunciado de la noticia, me apresuro a cambiar de emisora, incluso a apagar el receptor.


La experiencia me ha demostrado que escuchar malas noticias, lejos de tenerme más informada o promover mi cultura, me aleja de la conexión con mis semejantes. Lo contrario me ocurre con las buenas noticias que, aunque escasas, también aparecen de vez en cuando, produciéndome bienestar.


Dicen que por cada mala noticia se producen tres positivas, aunque parece que las primeras son las que generan mayor expectación. Los expertos empiezan a hablar del malestar emocional y psicológico que acarrea esta adición por las “bad news”, que algunos prefieren definir como “periodismo realista”.



Doomscrolling y doomsurfing


Doomscrolling y doomsurfing son términos anglosajones para definir el consumo de informaciones negativas a través de los dispositivos digitales y navegar por las malas noticias, respectivamente.

Se trata de una conducta algo adictiva que puede llegar a engancharnos a esos hechos, si bien en ocasiones no somos conscientes del efecto que ejerce en nuestro estado emocional.


Desde hace algún tiempo he decidido ocuparme de mi higiene del sueño. Me explico: dado que la serotonina, el neurotransmisor de la “felicidad” se activa a partir de las 15 horas, aproximadamente, y puesto que a su vez promueve la producción de melatonina, u hormona del sueño, suelo reducir el nivel de violencia y agresividad de los contenidos que consumo desde esa hora.


A ver, no es que me gusten especialmente las películas y series de violencia explícita, pero es cierto que muchas veces una buena historia aparece “maridada” con ese tipo de escenas.


Mi intención se centra en hacer consciente mi propósito de consumir contenidos positivos, a ser posible divertidos, desde esa hora y hasta que el día termine. El resultado: siento bienestar y mi sueño es reparador, conciliador.

Porque las emociones son contagiosas. Es algo que se puede comprobar fácilmente escuchando algo que nos impacte; tanto la risa como la alegría, pero también el miedo, el enfado o la tristeza pueden instalarse en nuestra mente sin ser invitados, al menos conscientemente.


Los contenidos audiovisuales son especialmente contagiosos, dado que según la denominada Programación Neurolingüística (PNL) a nivel neural filtramos sonidos e imágenes mediante uno de los sistemas de información de referencia.



Todos utilizamos los tres sistemas: auditivo (referido a datos), visual (comprende las imágenes) o kinestésico (a partir de las emociones), si bien tenemos uno como favorito.

Cuando navegamos por la Red o recibimos una alerta con contenidos de sucesos, nuestra mente los filtra a través del sistema escogido. Sea cual sea, la impronta que puede dejarnos nos lleva a sentir, cuando menos, empatía por la víctima. Peor es cuando además simpatizamos, es decir, nos dejamos arrastrar por las emociones, cuando puede producirse el daño.


“No se desaprende, ya que el cerebro lo graba todo”, dice Ana Asensio, psicóloga experta en Neurociencia; “pero podemos crear una vía más grande, más fuerte, de manera que cuando nos ocurra algo en la vida podremos discernir de una manera más eficaz”

“Nuestro cerebro ha automatizado acciones, pero luego no te dice qué hacer con tu tiempo libre”, dice Asensio; “estamos continuamente pensando y pensando en lo que nos ha pasado y en lo que nos puede ocurrir”


Presentismo digital


“Si se coge como costumbre, al final vamos ciegos por la vida, sin saber qué estamos sintiendo y tomando decisiones sin tener en cuenta toda la información” Y es que, según esta psicóloga, “depende de nuestra voluntad, de nuestra responsabilidad como seres adultos, estando en este punto la consciencia de la evolución”



Cómo transformar nuestra mentalidad y vivir en positivo:


  • Trabajar con los valores de vida, sean humanistas, filosóficos o incluso religiosos. Es el caso de la generosidad, bondad, hermandad, flexibilidad, serenidad y, sobre todo, agradecimiento. Este último va más allá de la mera gratitud, al ser más profundo que ésta y contener un sentido de unión.

  • Agradece una cosa al día. Escríbela, para así crear rutas al estilo de: “qué bien que llueve, así se riegan mis plantas”, o también “agradezco sentirme tan bien en este preciso momento”. De esta manera, el cerebro sintoniza con lo que la vida te ofrece; se empieza a creer lo que es real para ti.

  • Perseverancia amorosa. La psicóloga Ana Asensio nos propone que la practiquemos a partir de pequeñas cosas y de forma sostenida en el tiempo.

  • Ilusiones. Hay personas que tienen ilusiones, un motivo al que mirar y sobre el que crecer; “se trata de un referente que nos sirve para identificar que para alcanzar nuestro propósito el camino empieza hoy, paso a paso y de una manera amable”, dice Asensio.

  • Presentismo Digital. Concepto que propone Javier Ibañez, experto en Desarrollo Personal y Mindfulness y que se basa en la práctica de estar presentes en todo momento: “hemos de mirar lo que nos sienta bien pues, aunque biológicamente estamos hacia afuera, desde el mindfulness hay que plantearse cómo lo vivo, cómo lo puedo hacer y desde qué estado de mi ser”

  • Descarta las malas noticias. Te invito a desarrollar un avisador de contenidos peligrosos acorde con tu nivel de sensibilidad ante la aversión y la violencia.

  • Elige las buenas noticias. Por cada información referida a la violencia se producen al menos otras dos con sentido positivo. Basta con cambiar los parámetros de selección, entrenando a nuestro cerebro en el optimismo realista.



Javier Ibañez nos invita “a disfrutar de nuestras capacidades mentales, en lugar de dejarnos manipular o secuestrar por ellas”


Y recuerda que…

  • La exposición a las malas noticias afecta a nuestro bienestar emocional.

  • Los contenidos audiovisuales son especialmente contagiosos.

  • Al agradecer, nuestro cerebro sintoniza con lo que la vida nos ofrece, empieza a creerse lo que es real para nosotros.

  • Recuerda que niños y adolescentes merecen formarse en valores positivos.

  • Te propongo entrenar a tu cerebro en el optimismo realista: elige las buenas noticias.


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