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  • Foto del escritorSilvia Resa López

Cómo relacionarse con un adolescente

Si eres padre o madre de un hijo adolescente, ¿qué tal te relacionas con él? ¿te cuesta entender su manera de confrontar la vida? ¿encajas sus opiniones políticas, religiosas e ideológicas? ¿respetas su manera de estar en el mundo? ¿sigues viéndolo como un niño? Desde el Coaching te acompaño en el proceso de acercarte a tu hijo o hija adolescentes, sin olvidar que la familia es algo dinámico, con cambios continuos de los que los padres han de ser conscientes



Hoy te propongo que eches la vista atrás, sólo un poco, hasta alcanzar esos años en los que veías la vida de otra manera. 

Eras adolescente y, aunque a ratos no te entendías ni a ti mismo, tu visión de la vida era en parte entusiasta y en parte, desconcertante. La dualidad era tu bandera y tan pronto deseabas ser abrazado como estar a solas.

Los planteamientos de los adultos quizá te parecieran obsoletos y la verdad de casi todo era sólo la tuya. ¿Recuerdas?


Ahora, te invito a que vuelvas al rol de padre o de madre adulta y contemples a tu hijo o hija adolescente desde ese mismo ángulo, con compasión y ternura.

“La adolescencia es la etapa en la que se producen, de nuevo, las podas neuronales, por lo que el cerebro todavía no ha alcanzado la madurez; en esta fase, tanto los padres como los hijos se desajustan, debido al choque generacional”, dice Pilar Vega, psicóloga especializada en Parentalidad en Espacio Familia, del ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, en Madrid.




Es durante estos años cuando se empieza a planificar, a tomar decisiones y a establecer prioridades; “tanto las experiencias como el tipo de vínculo de apego conforman su personalidad”, dice Vega; “son personas con criterio propio, con ideas distintas a las de sus padres, por lo que la forma de ver y de estar en la vida pueden no coincidir con las de los adultos”.


Para los progenitores llega a constituir toda una sorpresa darse cuenta de que sus hijos tienen gustos y opiniones totalmente nuevos, lo que se hace extensible a la toma de decisiones en cuanto a los estudios, la profesión o incluso su desmedido afán por independizarse.


Quién eres tú


Imagina una pista de paddel en la que, a un lado están el padre y la madre y, al otro, su hija e hijo adolescentes. Justo antes de que se inicie la partida, en el mismo eje vertical de la red que divide la pista, puede verse un gran bocadillo virtual que, como en los cómics, apunta en las dos direcciones, pues la pregunta es válida para ambas partes: “¿quién eres tú y qué haces aquí?”.




“Un aspecto relevante del cual los padres han de tomar consciencia es que la familia es algo dinámico”, dice Pilar Vega; “por lo que, como personas adultas, han de adaptarse, entenderlos y darse cuenta de qué es lo que sus hijos necesitan”.

Para esta experta, “lo que vemos guarda relación con la imagen que les hemos devuelto a lo largo de su evolución emocional y afectiva, esto es, de cómo nos hemos vinculado emocionalmente a ellos y del tipo de apego que hemos desarrollado”.

Vega propone el siguiente decálogo para “oxigenar la convivencia” con los adolescentes en el entorno familiar:



  • Dejar de verlos como nuestros niños o niñas. Se merecen que respetemos su manera de interactuar y de relacionarse.

  • Continuar siendo su sostén emocional y psicológico. Los padres han de ser el lugar seguro al que acudir en caso de necesitarlo.

  • Respetar sus decisiones, por muy descabelladas que parezcan.

  • Escuchar y preguntar. Mostrar interés por ellos y por su vida.

  • Evitar los interrogatorios. No fiscalizar, sino recibir aquello que nos den, lo que deseen contar y compartir con nosotros.

  • Utilizar un lenguaje asertivo. Guardar especial cuidado con las palabras, evitando ser inquisitivos o excesivamente críticos (evitar juzgarlos).

  • Revisar de dónde vienes como padre o madre y de dónde vienen tus hijos, el contexto social.

  • Evitar triangular, es decir, utilizar a una tercera persona para posicionarte en otro lugar y “ganar” la razón.

  • Establecer las normas y límites de convivencia de forma clara.

  • Empatizar con ellos, para compartir emociones y sentimientos y construir una nueva armonía familiar.

  • Respeto. Es el término que, en caso de duda, engloba todo lo anterior.


“Cuando nuestro hija o hijo llega a la adolescencia, ya no son niños, aunque tampoco mayores”, dice Machy Guerrero, psicóloga especializada en Disciplina Positiva; “desean privacidad y es bueno darles espacio, aunque no tanto como para que se sientan abandonados”.


¡Feliz Conexión con tu Adolescente! ¡Feliz Coaching!



Y recuerda que…


  • El adolescente desea privacidad, aunque no hasta el punto de sentirse abandonado.

  • Por muy descabelladas que parezcan, sus decisiones han de respetarse.

  • Hemos de recibir aquello que deseen compartir con nosotros.

  • Es preciso establecer de forma clara las normas y límites de convivencia familiar.

  • Simplemente, respeto.

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