Expresiones como ¡qué suerte! o ¡vaya mala suerte que ha tenido! forman parte del vocabulario habitual de algunas personas; es como si el azar fuese el único director de sus vidas. Hoy, desde el Coaching, te hago la siguiente pregunta ¿tú crees que la suerte puede ser buena o mala?
Una antigua amiga solía decir que su vida empezaría el mismo día en el que le tocara la lotería.
Aunque no jugaba de modo compulsivo, lo cierto es que un alto porcentaje de su sueldo se le iba entre bonolotos, euromillones y primitivas, sus favoritos.
“Sé que, tarde o temprano, me tocará”, decía Isabel con firmeza, pues pensaba que el dinero le permitiría obtener todo aquello que deseaba en la vida.
“La suerte, a secas, es como el azar, algo que no controlas; por ejemplo, que toque la lotería, que a la mayoría de los agraciados los lleva a perderlo todo”, dice Álex Rovira, consultor y autor de, entre otros, “Las siete llaves”, “La brújula interior” y “La buena suerte, claves de la prosperidad”, este último junto a Fernando Trías de Bes.
Después de varios años de estudio acerca de la fortuna, Rovira llega a la conclusión de que “tan sólo dos de cada diez ganadores sobreviven al golpe de suerte, debido a que han sabido gestionarlo bien”.
Tomar responsabilidad
“¿Qué te diría la gente si lograras ese trabajo para el que te has formado y en el que llevas insistiendo mucho tiempo, preparándote a todos los niveles?”, dice Rovira; ¿y si aprobaras las oposiciones para las que estudias desde hace un lustro?”
“La buena suerte es la que logras tú, aquélla que trabajas con consciencia y valores”, dice Álex Rovira, quien considera que “la mentalidad de buena y mala suerte parece que hace que todo dependa del azar, lo que presupone un determinismo que, en realidad, es una excusa para evitar el hecho de tomar responsabilidad”; “sin embargo, somos responsables de crear y provocar esa buena suerte”.
En la línea del pensamiento del dramaturgo inglés William Shakespeare (a caballo entre los siglos XVI y XVII) y del filósofo alemán Schopenhauer (siglo XIX) Rovira suscribe la idea de que “si el azar reparte las cartas, eres tú quien las juegas”.
No obstante, ¿cómo manejar esas cartas?, ¿cómo jugar al juego de la buena suerte?
“Como todo juego, el de la buena suerte tiene sus reglas que, al igual que las patas de una mesa, sirven para dar equilibrio y estabilidad”, dice Álex Rovira; “actitud, creencias, valores y hábitos son esos principios”.
Entre los valores, este experto cita la humildad, la perseverancia, la confianza, el propósito, la determinación, el coraje y la gratitud. “El coraje es la valentía para poner límites, para cambiar aquello que no te gusta”, dice Rovira; “la gratitud te permite reconocer y valorar lo que es beneficioso para ti”.
Cambiar actitudes y creencias
“La buena suerte es aquélla que puedes crear mediante tu mentalidad de buena suerte que, a su vez, se puede aprender, de modo que cuanto más preparado estés, menor será la incidencia del azar”, dice Álex Rovira, que propone una serie de claves para entrenar la buena fortuna:
Responsabilidad. Es clave para darte cuenta de que eres tú quien diriges el camino hacia tus logros.
Respeta las reglas del juego. La vida puedes jugarla de modo consciente, aunque con sus máximas: actitud, creencias, valores y hábitos.
Cambia tu mentalidad. Al modificar tus actitudes, creencias y valores para que se traduzcan en hábitos estás procurando una nueva mentalidad. “Cuando integras un valor concreto en tu vida y lo conviertes en un hábito, llega a ser una virtud”.
Piensa bien. Una vez incluyes esa mentalidad de buena suerte, tu vida se transforma y también la de los demás.
Entrena tus hábitos. Son relevantes a todos los niveles (mental, emocional, físico y espiritual); “trabaja las microhabilidades de ser amable, cortés, de saber escuchar, de sonreír sinceramente, de saber perdonar y agradecer”.
Observa en qué puedes mejorar. La disciplina es importante; pregúntate cómo has estado hoy, si has de corregir algo o incluso has de poner límites en alguna situación.
Siente empatía y com-pasión. Cuando trabajas tu buena suerte, pueden surgir celos y actitudes de envidia en otras personas. “Cuando los demás están criticando, están declarando”, dice Rovira. Desde el Coaching te propongo la herramienta de la empatía y de la compasión hacia quienes ponen en duda tus logros. Recuerda uno de los Cuatro Acuerdos de Miguel Ruiz: “no te tomes nada personalmente”.
Mantén una actitud positiva. Puedes aprender de los errores para seguir creciendo, “has de hacerlo con humildad, sin condenarte y preguntándote qué es lo que has evitado ver”.
Comparte tu buena suerte. Invita a los demás a que se sientan bien, explicándoles cuáles son tus herramientas para lograr tu buena suerte.
Ama y cuida. La buena suerte es amar y el amor “ha de ser lúcido, honesto, leal y fiel”, dice Álex Rovira.
Si has llegado hasta aquí, te cuento un poco más acerca de Isabel y de su “buena suerte”. O más bien, de lo que he aprendido de esa mentalidad algo determinista, que encomienda al destino la responsabilidad de la propia vida o también, por qué no decirlo, de ese toque pesimista que se corresponde con la procrastinación y la actitud de “no hacer nada”.
Agradezco a Isabel todo lo que compartió conmigo, pues he podido comprender que la buena suerte, como la felicidad son, ante todo, herramientas para alcanzar la vida que deseo.
En cuanto a ti, te invito a responder a la cuestión que formula Álex Rovira: “¿cómo vas a aprovechar esa mentalidad de buena suerte para convertirla en motor de creación de buena suerte en tu vida?”
¡Feliz Juego de la Buena Suerte! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
La buena suerte es la que logras tú, aquélla que trabajas con consciencia y responsabilidad cada día.
Al modificar tus actitudes, creencias, valores y hábitos estás procurando una nueva mentalidad.
Una vez incluyes esa mentalidad de buena suerte, tu vida se transforma y también la de los demás.
Practica microhabilidades como la amabilidad, la cortesía, la escucha, la sonrisa sincera y el agradecimiento.
Invita a los demás a que se sientan bien, compartiendo con ellos las herramientas con las que entrenas tu buena suerte.
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