Se dice que durante el último año la situación sociosanitaria ha modificado no sólo la emocionalidad individual, sino también la relación que mantenemos con los de afuera. Por ejemplo, los vecinos, con los que parece que hemos entablado alguna que otra conversación más que de costumbre, haciendo creer en ocasiones que las barreras del protocolo caían rápidamente. ¿Ha sido éste tu caso? ¿Cuál es la relación que mantienes con tu vecindario? ¿Cómo deseas que sea a partir de ahora?
A estas alturas, casi todos sabemos lo que requiere la convivencia. No hay más que observar nuestras conductas con respecto a las personas con las que compartimos casa. Requiere muchas veces de una gran dosis de paciencia y comprensión por parte de todos los miembros, ¿verdad?
Si extrapolamos esa convivencia a la escalera de nuestro bloque, o al recinto de nuestra urbanización la cosa se complica un poco más. En el vecindario hay personas de conductas variopintas, con esquemas de comportamiento que obedecen a patrones educativos diversos.
Cuando estamos en nuestro hogar, parece existir un decálogo no escrito de normas de convivencia; hay un modo de ver las cosas, una forma de percibir la realidad que, si bien es diferente para cada miembro de la familia o grupo, comparten una cierta homogeneidad.
Al asomarnos a cualquiera de los otros hogares es cuando nos damos cuenta de que casi nadie hace las cosas igual a nosotros. De hecho, la percepción de un mismo hecho o acontecimiento puede ser diametralmente opuesta a la que tenemos.
En un estudio reciente elaborado por la compañía MasterCard en octubre de 2020 se recoge una tendencia en las comunidades que, al parecer, se ha fortalecido durante la pandemia, como es que los españoles valoramos más a nuestros vecinos.
De tal manera que el 63% de los encuestados, que representa aproximadamente a seis de cada diez españoles, aseguran que suelen saludar más a sus vecinos que un año antes. Uno de cada cinco, es decir el 21%, ha hecho una copia de sus llaves para alguno de los que comparten rellano o bloque y casi la mitad, el 48%, se han ofrecido a recibir sus paquetes o entregas a domicilio.
Además, una cuarta parte pertenece a un grupo creado por la comunidad de vecinos, en la red social WhatsApp, como foro de información y discusión de aquellos temas que afectan a la finca.
Estadísticas aparte, es posible que cada uno de nosotros tenga su propia opinión a propósito de cómo nos gustaría que fuera la relación con aquéllos con quienes compartimos escalera, pasillo, jardín o patio.
Para ello, te propongo la reflexión sobre los siguientes aspectos:
Elegir el tipo de relación. Con algunos de tus vecinos quizá alcances una relación de amistad, o tal vez se trate sólo de conocidos, incluso de personas con las que llegues a mantener una relación de colaboración mutua. Sea como sea, es tu elección y también tu selección, a tenor de tus propios gustos y afinidades.
Respeto. Aunque no se compartan ni modos de ver ni de actuar, te propongo que respetes el estilo de acción de tus vecinos. Esto no significa que tengas que integrarlos a tu vida o a tu agenda de contactos favoritos.
Entrenar la paciencia. Como en un catálogo, los convivientes en la comunidad son diferentes en la manera de confrontar las situaciones. Ello supone que lo que, por ejemplo, para ti es fundamental y requiere una decisión rápida, para otro no sea tan importante, o que prefiera resolverlo de forma más pausada. En cualquier caso, te propongo entrenar tu paciencia.
Evitar juicios. Algunas veces las relaciones entre quienes comparten escalera se enturbian al entrar en juego los egos. Te invito a evitar los juicios a propósito de tus vecinos o de sus conductas. Si hay alguna que te afecte, puedes transmitírselo con asertividad al implicado.
Resolver conflictos. En ocasiones, el enfrentamiento entre los vecinos surge por un malentendido, o porque hemos dado por supuesto algo que no hemos contrastado con la persona implicada. Te propongo evitar las inferencias, por ejemplo, preguntando de la manera más sencilla y neutra que puedas las posibles dudas que te surjan.
Compasión empática. No te lo tomes muy en serio. Los conflictos con los vecinos dicen más de ellos mismos que de ti. Te propongo que te detengas un momento a reflexionar en ello, sintiendo compasión empática: quizá esa respuesta o ese mal gesto que has recibido hoy de tu convecino obedezca a alguna situación personal pendiente de resolver por su parte.
Disfrutar de la amistad. Te invito a que disfrutes de la amistad que, en cualquiera de sus formas, pueda surgir con tus vecinos. Como animales sociales que somos, apreciamos estar junto a otros seres, compartiendo y disfrutando de su compañía, ¿o acaso no es apetecible ser invitado a una de esas barbacoas en casa de los afortunados vecinos que disponen de jardín?
¡Feliz Convivencia! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Durante el último año parece que hemos mejorado las relaciones que mantenemos con nuestros vecinos
En el vecindario hay personas de conductas variopintas, con esquemas de comportamiento que obedecen a patrones educativos diversos
A veces, el conflicto entre los vecinos surge por un malentendido
Puedes elegir el tipo de relación que más te guste con las personas que comparten descansillo o escalera contigo
Como seres sociales, apreciamos la compañía de otras personas con las que charlar y divertirnos
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