¿Te enfadas a menudo? ¿Alguien de entre tus conocidos o familiares es una persona con conductas irascibles y agresivas? ¿Qué efecto produce en ti el enojo? ¿Para qué crees que las personas nos enfadamos? ¿Tiene beneficios la ira? Desde el Coaching, te acompaño en tus conductas de ira y vuelta.
Durante un evento reciente, una puesta en escena extraordinaria permitía seguir la experiencia de los sentidos asociada a la degustación de una nueva bebida.
Una vez en el circuito y durante una de las fases, varios globos simulaban burbujas de distintos tamaños. Sin pensarlo dos veces, cogí uno de los grandes y empecé a lanzarlo hacia arriba, impulsándolo con ambas manos.
Luego cogí otro e hice lo mismo rematando de cabeza, hasta que me decidí a hacerlo con el pie. Alguna de las burbujas saltó el panel que separaba las secciones del recorrido. Aunque yo seguí con mis lanzamientos.
Cuando terminó la presentación, una de mis personas favoritas se acercó a mí sonriendo y me preguntó: ¿a quién representaban esos globos que golpeabas?
La emoción de la ira se representa, en términos de movimiento, hacia adelante y hacia afuera. Significa que vas hacia lo que quieres y rechazas lo que no deseas.
Al sentirla, lo que experimentas es que se ha producido una injusticia o que se han traspasado tus límites. Tu ego te avisa de que existe un riesgo, un peligro, por lo que has de buscar protección y seguridad.
Cuenta hasta diez
A finales de la década de los 60 del siglo pasado, el psicólogo Dolf Zillmann, de la universidad de Alabama, planteó el llamado “paradigma de la transferencia por excitación”, que se refiere a que, cuando todavía no se ha enfriado la emoción que te ha producido una situación anterior, puedes volcarla en un evento posterior, provocando una respuesta desproporcionada.
Esto puede ocurrir con la ira. Es el caso, por ejemplo, de que estés echando una partida en un video juego y pierdas. Si tu grado de frustración es alto, basta con que tu amigo haga una broma para que tú reacciones con mucha agresividad, marchándote de la habitación de forma airada.
Al no haberse reducido el “calor emocional” de tu primera reacción, te llega otra situación que, de nuevo, se salta tus límites, por lo que respondes con un enfado excesivo.
Enfadarte, por tanto, es algo que te puede ocurrir con mayor o menor frecuencia; sin embargo, hacerlo con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto implica un cierto grado de entrenamiento.
Como la emoción es automática, te propongo entrenar tu pensamiento, que es lo que puedes aprender a gestionar mediante la canalización de tu enfado. Para ello existen diversas herramientas, tal y como enuncia el propio Zillmann:
Pon mucha atención en cuáles son los pensamientos que producen la primera descarga de enfado. Puedes neutralizarlos con otro tipo de ideas.
El símil del semáforo te permite tomar acción hacia tu bienestar. El color rojo significa que has de parar; el ámbar, pensar y el verde, actuar.
Enfriamiento. Desconecta del tema mediante acciones que disipen tu enfado. Por ejemplo, observando la parte alta de algún edificio en el que antes no hubieras reparado, o también una ardilla, un mirlo o un gran magnolio del parque. Si disfrutas haciendo ejercicio, bailando o meditando es muy difícil que continues enfadado.
Pregúntate. ¿Es el tema tan serio como para que te pongas así?, ¿hay una buena justificación para tu conducta?, ¿acaso tu enfado va a mejorar las cosas y hacerte conseguir lo que deseas?
Nuevo marco. Procura encuadrar la situación en un pensamiento más positivo.
Expresa tu ira. Lejos de invalidarla, tu emoción de ira es legítima; no obstante, procura expresarla de modo imaginativo. Por ejemplo, puedes escribir en un papel cómo te sientes y posteriormente quemarlo. Puedes también hablar con una amiga que sepas que te escucha y pedirle su opinión. Incluso si eres habilidosa con los pinceles, puedes crear un cuadro que “cuente” tu enfado.
Elige tus palabras. Dirígete a la persona implicada y exprésale tu enojo de manera asertiva e incluso empática. Loreto Reyna, abogada experta en mediación, recomienda el método NEMO (Nombre, Emoción, Motivo y Objetivo).
“Dices el nombre de la otra persona que ha provocado tu enfado, expones la emoción concreta que te produce, sin minimizarla, el motivo por el que te sientes así, sin olvidarte del objetivo, es decir, lo que te gustaría que ocurriera”, dice Reyna, que ha participado recientemente en el programa Espacio Familia, del ayuntamiento madrileño de Pozuelo de Alarcón.
Si has llegado hasta aquí, te cuento qué le respondí a mi persona favorita cuando me preguntó por el significado de mis lanzamientos de globos.
Sonreí y le dije que lo que estaba haciendo era, simplemente, jugar. No había metáforas ni representaciones de nadie con quien tuviera resentimiento alguno.
Me di cuenta (y por eso le agradecí su pregunta) de que no sentía ningún enfado, de que no me estaba acordando de alguien hacia quien sintiera ira, sino de que me sentía feliz, pues había dejado salir a la parte más luminosa de mi niña interior. Simplemente, estaba disfrutando.
Y tú, ¿deseas dejar atrás tu ira?
¡Felices Pensamientos Amables! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Enfadarte es algo que te puede ocurrir con mayor o menor frecuencia, aunque has de hacerlo con la persona adecuada y en el momento oportuno.
Pon mucha atención en cuáles son los pensamientos que producen la primera descarga de enfado, para neutralizarlos.
Lejos de invalidarla, reconoce que tu emoción de ira es legítima.
La herramienta NEMO te permite expresar tu enojo a la otra persona implicada.
Pregúntate si el tema es tan serio como para que reacciones así.
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