Si estás triste, si estás alegre, si sientes enfado, miedo, vergüenza o incluso asco, en muchas ocasiones no es preciso que lo manifiestes verbalmente, pues no sólo los demás, sino tu propio cuerpo sabe en qué punto emocional te encuentras, conoce tus movimientos. Y eso está bien, aunque lo ideal es que seas tú quien dirijas esos cambios de postura. Desde el Coaching te digo cómo.
Hace unos días, al término de una presentación gastronómica, echábamos unas risas a propósito de la forma en la que, en ocasiones, nos expresamos. Una de mis colegas periodistas comentó que a veces sus gestos no se correspondían con lo que deseaba transmitir.
Concretamente, suele usar el dedo índice para confirmar lo que dice verbalmente lo que, según ella misma, le da un aire severo incluso cuando su intención no es tal.
Parece que Rosana tiene y no tiene razón. Me explico: ella expresa verbalmente algo, aunque su cuerpo es quien dirige sus movimientos. Son sus emociones las que brotan de modo automático. Y su cuerpo lo sabe, así que refleja lo que dicta su inconsciente, es decir, creencias que considera incuestionables.
“Somos una globalidad como seres”, dice Íñigo Junquera (@bodymind), fisioterapeuta; “somos mente, emociones y cuerpo, por lo que la postura es parte de nuestro Ser, está en relación con lo que somos”.
Dice Junquera que el cuerpo es una vía de autoexploración del Ser, así como una forma de conexión con el yo; “la frase sigue a tu corazón es, en realidad, sigue a tu cuerpo, toma consciencia”
Para este experto, es relevante conocer la forma en la que lo emocional se expresa en lo físico; “la palabra emoción deriva de ‘emovere’, que se traduce como ‘mover’, es decir, que hasta etimológicamente la emoción genera y es movimiento”, dice Íñigo Junquera.
“Siendo el cuerpo un punto de acceso a los aspectos emocionales y psíquicos, es lógico pensar que desde el trabajo corporal las resistencias serán menores”, dice el autor de “Comprendiendo tu dolor”.
Cuatro posturas, cuatro movimientos
La conexión entre la postura y la emoción predominante permite establecer una especie de entrenamiento terapéutico para mejorar tu estado emocional.
Íñigo Junquera representa cuatro de las emociones básicas, alegría, tristeza, miedo y agresividad, dos a dos en los ejes cartesianos de ordenadas (vertical) y de abcisas (horizontal), respectivamente.
La alegría sugiere un movimiento ascendente, hacia arriba. Expresiones como “dar saltos de alegría” o “arriba los corazones” reflejan popularmente postura y emoción. El cuerpo interpreta tu alegría y refleja ese movimiento ascendente.
Al contrario, la tristeza se refiere a una tendencia descendente, hacia abajo. La frase “estoy de bajón” expresa una actitud desinflada, de depresión.
El miedo, situado a la izquierda en el eje de abcisas, hace pensar en una postura regresiva, en un movimiento hacia adentro. Esto último lo comparte con la tristeza.
La agresividad implica “ir hacia lo que deseas y rechazar lo que no quieres”; es un movimiento hacia adelante y hacia fuera. La proyección exterior también la comparte, aunque con distinto signo, con la alegría.
“Lo primero es conocer cuál es tu tendencia, ya que es tu centro de gravedad”, dice Junquera; “aunque se den cambios, dado que la existencia es la constante fluctuación, lo ideal es que exista equilibrio”.
“Todos tenemos esas cuatro emociones”, dice este fisioterapeuta; “te puedes enfadar tanto como sea preciso, aunque siendo dueño de esos movimientos, los cuales tu cuerpo conoce de sobra, por lo que has de ser tú quien los dirija”.
Este experto propone trabajar el cuerpo “para visitar los estados emocionales que más te cuesten”; pueden ser el miedo o la ira: “el meollo está precisamente en tales emociones, que representan las dos caras de una moneda ancestral, dirigida a la supervivencia y que se expresa en la disyuntiva de huyes o atacas”.
El ciclo de las emociones
Las dificultades para moverse en este eje de abcisas parten de que, en general, no nos han educado para permitirnos tales emociones, ni tampoco para canalizar la agresividad y el miedo.
No obstante, tal y como dice Íñigo Junquera, “lo que experimentas se convierte en tu verdad”.
Este experto propone un ciclo de trabajo consciente con el cuerpo para que tomes el control de tus movimientos, para que cambies de postura y así mejores tus estados emocionales.
Fase 1. Previos. Encuentra un lugar en el que puedas estar solo durante al menos 30 minutos. Deja los dispositivos electrónicos en otra habitación silenciados. Empieza con unas respiraciones, observando la entrada y salida del aire por tu nariz y boca.
Fase 2. Toma de consciencia. Trae a ti esa situación o persona que constituye una dificultad o conflicto. Date cuenta de lo que sientes y de cómo lo experimentas. Observa cómo percibes todo tu cuerpo, parte a parte. ¿Te sientes más o menos agresivo? ¿te sientes más o menos triste?
Fase 3. Trabajo corporal. Colócate de pie y, con los ojos cerrados, coge aire y, al soltarlo, ve bajando tu cabeza hacia adelante, tus hombros, dejando caer tu cuerpo lentamente.
Fase 4. Nueva consciencia. Haz un chequeo de cómo se encuentra tu cuerpo parte por parte. ¿Cómo ha cambiado tu estado emocional? ¿cómo vives la situación emocional que te habías planteado al principio?
Fase 5. En acción. Vuelve a imaginar esa situación, o que estás hablando con esa persona, y di en voz alta lo que deseas hacer o no hacer, decir o incluso gritar. Es una experiencia “de laboratorio”, pues estás tú a solas. Observa qué movimientos y posturas haces.
Fase 6. Tercera consciencia. ¿Qué pasa cuando haces ese movimiento que no hacías antes? ¿Surge el miedo, la rabia, la sorpresa al conectar y confrontar tu dificultad con esa situación o persona? Puede ser un “no quiero” que sale de tus labios, o también una molestia en los brazos, en la rodilla, en la pelvis o en tu mandíbula. Observa cómo te sientes ahora.
Fase 7. Vida. Este descubrimiento, certeza o consciencia has de llevarlo a la vida, a tu vida. Has de ponerlo en práctica.
Este ciclo de siete fases puedes entrenarlo cada día, trabajando cada vez distintas partes de tu cuerpo; “si no cambia lo postural, no cambia lo emocional”, dice Íñigo Junquera; “la coraza puede ser distinta para cada parte de tu cuerpo, manifestándose en forma de control, negación o prohibición”.
“Abriendo tu cuerpo eres consciente de las herramientas que tienes”, dice este experto, quien te invita a “salir de la idea de la enfermedad como una condena, como algo que hay que extirpar, entendiéndola en cambio como una oportunidad que, si bien puede ser doliente y de sufrimiento, es una oportunidad”; “ese ser que sufre es espejo de ese dolor”.
¡Feliz Cambio de Postura! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Cada emoción provoca un movimiento corporal que conviene que controles tú.
La conexión entre tu postura y la emoción predominante te permite mejorar tu estado emocional.
Abriendo tu cuerpo te haces consciente de las herramientas que tienes.
Tristeza y agresividad son dos caras de la misma moneda y se expresan en forma de huida o de ataque.
La alegría sugiere un movimiento ascendente, hacia arriba.
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