El verbo aceptar tiene varias acepciones; se refiere a recibir algo que se da de forma voluntaria, sin resistencias, dar entrada a algo, aprobar y también asumir. Esto último puede hacerse con resignación y es aquí donde surge la duda, pues ¿es la aceptación algo obligatorio? ¿has de asumir lo que te ocurra sin chistar? ¿qué beneficio principal tiene la aceptación? Desde el Coaching, te acompaño
Durante las últimas semanas, hay días que me despierto como si alguien me persiguiera. Emociones como el miedo, la rabia e incluso la tristeza me invaden justo en ese momento.
Y, tic tac tic tac, la ansiedad empieza a subir, ya que en tales momentos parece ser que es mi mente (léase cuerpo) quien tiene el mando a distancia.
Esta misma mañana, al sentirme así, en lugar de levantarme corriendo he decidido quedarme cinco minutos más en la cama. Y me he puesto a reflexionar, a preguntarme qué puede ser lo que no me permite aceptar del todo quién soy y para qué estoy aquí.
Un pleno de diez
“Al llegar a la aceptación plena, surge un deseo renovado de alcanzar los sueños, aunque esta vez sin prisa, sin presión, sin exigencia”, dice la coach África Martín (África de Sabiduría de Diosa); “es un me cuido porque me quiero o también ‘voy a por este sueño porque me quiero’, no porque ‘si no, no seré feliz’, ni tampoco porque ‘si no, no seré válida”.
¿Cómo se consigue alcanzar esa aceptación plena? El gabinete The Wellness Plan (@thewellnessplan) propone algunas herramientas para hacer conscientes esos bloqueos que dificultan que asumas quién eres y lo que te sucede.
Identificación de las fuentes de ansiedad y de conflicto. En el trabajo, en tu hogar o en tus relaciones pueden existir dificultades que conviene observar e identificar, “para poder abordarlas adecuadamente”.
Comprensión acerca de que ese malestar es común para casi todos, que no te ocurre solo a ti. No estás solo.
Observación. Date cuenta de cómo te hablas, de en qué planos te exiges, de si también intentas controlar a los demás, de si te abrumas con cargas excesivas.
Atención a la vergüenza y la culpa. La primera se vincula a lo que se ha hecho; la segunda a lo que se ha dejado de hacer. Se trata de dos emociones escasamente productivas. Ambas producen bajas frecuencias vibratorias, es decir, te sitúan en el malestar.
Victimización. Si aceptas tus limitaciones (lo que no te gusta o no querrías tener) resignándote a ellas, lo que haces realmente es una pseudo-aceptación. “Ocurre cuando no te dices la verdad totalmente acerca de tu responsabilidad o sobre tu libertad de elección”, dice África Martín.
Responsabilidad. Sobre lo que estás viviendo, “toma la decisión de hacer algo para cambiar, usando así tu poder personal”, dice África de Sabiduría de Diosa.
Aceptación plena. Cuando ya no te limita, te proporciona serenidad, pues ya no te culpas ni tampoco a los demás o a la suerte. “Tomas consciencia de tu poder de elegir una nueva realidad, un nuevo modo de hacer las cosas”. “Es desde este plano desde el que te empoderas”.
“Independientemente que luego dijeras que ya no deseas eso que querías antes porque ya no te hace falta o porque el precio a pagar ya no te convence”, dice África Martín; “aunque, como ves, hay aceptación plena por lo que no hay queja, ni resignación alguna”.
Si has llegado hasta aquí, comparto contigo algo más de lo que ha supuesto para mí reaprender el mecanismo de la aceptación.
Así es como he sabido que, tras ese pico de ansiedad, se esconde un nivel de autoexigencia tremendo. Como quiera que, hoy por hoy, el planteamiento Cuántico del “todo a la vez en todas partes” no lo tengo muy entrenado, la frustración y el desánimo campan por sus respetos, a veces.
No obstante, al aceptar quién soy, al asumir que soy lo que pienso, siento, digo y hago, he descubierto que la ansiedad y el estrés se difuminan. Es como pulsar un botón especial llamado ACEPTACIÓN, para desencadenar la calma, la serenidad y la compasión (sobre todo conmigo misma).
Aunque hay algo más: al clicar en la tecla de la aceptación, se ponen en marcha otros protocolos, como el de la ilusión y el de la esperanza.
¿Y tú? ¿Ya has activado tu aceptación?
¡Feliz Aceptación! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Al asumir quién eres y que lo que te pasa ocurre por algo, estás rondando la aceptación plena.
Identifica las fuentes de ansiedad de tu entorno.
Toma la decisión de hacer algo para cambiar, usando tu poder personal.
Elige una nueva realidad, otro modo de hacer las cosas.
La aceptación activa otros protocolos, como el de la ilusión y el de la esperanza.
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