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Foto del escritorSilvia Resa López

A flor de piel

¿Te has sentido incomprendido? ¿Eres de esas personas a las que tildan de excesivamente delicadas? ¿Te parece que tus emociones son intensas o que están desbordadas? ¿Crees que eres un bicho raro? ¿Te sientes abrumada por el mundo? ¿Sabes lo que es una persona de alta sensibilidad?




Hace tiempo, cuando sólo tenía nueve o quizá diez años, sentía una gran timidez, por lo que era habitual en mí la reacción de “ponerme colorada”. Recuerdo que en esos momentos me creía morir, por la sensación de bochorno, de humillación, de inseguridad y desamparo que sentía.


Bastaba un chiste algo subido de tono, una broma en la que mi mente infantil atisbara un segundo significado que no comprendía, pero que ya me autoexigía saber, o una recriminación burlona, para que mi corazón se acelerara más y más, a medida que notaba cómo la sangre teñía mi carita de rojo.


Poco ayudaba que una de mis figuras de apego, uno de los adultos a cuyo cargo estaba, iniciara una especie de cántico burlón diciendo “se ha puesto colorada”, repitiendo una y otra vez hasta que, al no poder contener las lágrimas, provocaba que saliera corriendo, para refugiarme en el último rincón.


La adolescencia tampoco vino en mi auxilio, pero poco a poco supe que, en entornos exteriores, las personas no prestaban tanta atención a mi alteración vascular. Así que aprendí a confrontar la emoción de rabia y de miedo al ridículo.


Poco a poco supe cómo calibrar mis recursos, a aceptarme como era y como soy: una Persona de Alta Sensibilidad (PAS), una característica encantadora de mi personalidad.

Hace unos días, hablando con un conocido, surgió el tema de la timidez. Al decirle que era uno de los rasgos de mi carácter, abrió mucho ojos y boca, incrédulo y dijo: “¿tú… tímida?, a lo que le respondí asintiendo mientras reía, al tiempo que aprovechaba para destacar la parte positiva del rasgo: una persona tímida sabe lo que es ser una PAS.



Personas de alta sensibilidad


“La alta sensibilidad es un rasgo, es algo que uno puede ser, al igual que otras muchas cosas más” dice Vero Fernández, coach especializada en PAS; “no es un trastorno, no es una enfermedad, no es algo que tienes, pues ser sensible forma parte del carácter”.

Se calcula que el 20% de las personas alcanzan este grado de sensibilidad extrema, que las lleva a sentirse abrumadas por el mundo y, como dice Vero Fernández, “incluso a verlo como un lugar hostil, materialista y bastante ajeno a sus valores; es posible que se sientan unos bichos raros, que no encajan”; “sin embargo, estamos en este mundo, formamos parte de él y por tanto tenemos que movernos aquí; la familia, los compañeros de clase, los amigos, las relaciones amorosas, los vecinos y los colegas de trabajo son personas de las que dependemos en cuanto a ciertos servicios, disciplinas o para el abastecimiento de los productos que utilicemos”; “es decir, aunque no quisiéramos, hemos de relacionarnos con otros seres humanos, a pesar de que no compartan ese rasgo”.



Aprovechar la baza


Según la experta Vero Fernández ser PAS “en principio es un don, pero en la práctica puede causar dificultades en el día a día, y especialmente en las relaciones personales y/o laborales”. Considera la coach que “cada uno es diferente, y experimentará esas dificultades a su manera particular; no obstante, una persona con alta sensibilidad “es mucho más que eso, pues tiene valores, miedos, deseos, necesidades, talentos y capacidades”.


Desde el Coaching te propongo que, si sospechas que tu umbral de sensibilidad es alto, respondas a las siguientes preguntas enunciadas por Vero Fernández:


  1. ¿Conoces tus habilidades?

  2. ¿Hasta qué punto vives en congruencia con ellos?

  3. ¿Qué es importante para ti?

  4. ¿Cómo te ves a ti mismo?, y los demás, ¿cómo crees que te ven?

  5. ¿Cómo te ves ahora y cómo te ves en cinco años?

  6. ¿Te gusta esa última imagen de ti mismo?

  7. ¿Eres consciente de tus juicios hacía ti y hacia los demás?

“Amigos, políticos, jefes, los padres, hermanos o la gente en general son a quienes hacemos responsables de la situación”, dice Vero Fernández; “se trata de personas a las que hemos dado un cierto poder sobre nosotros y sobre nuestra existencia”.


Esta tendencia de “echar balones fuera” nos exime a nosotros de sentir la responsabilidad de nuestras acciones, como si no pudiéramos cambiar nada; “es cierto que individualmente no puedes cambiar la constitución del país, o las reglas de tu empresa, pero esto no implica que tengas que sentirte víctima y conformarte con ese rol de felpudo”, dice esta especialista en PAS, quien nos invita a ver cuál es nuestra voz: “tienes mucho pero, sobre todo, la responsabilidad individual de generar cambios de ámbito personal, social o político”.



Para favorecer tales modificaciones, Vero Fernández nos propone averiguar “cómo eres y cómo actúas en determinadas circunstancias, toma consciencia de tus actos, reconoce tus propios miedos y aprende a vencerlos poco a poco”; “todo esto te hará ganar una fuerza interior que antes, a lo mejor, te faltaba”.


De esta manera, la sensación de que el mundo nos puede irá desapareciendo y, llegado un momento, se convertirá en un reto que podremos confrontar. Por ejemplo, si tu mejor amiga llega tarde a vuestras citas por sistema y es algo que te molesta, puedes decidir si te gusta o no; en este último caso puedes preguntarte ¿qué puedo hacer para cambiarlo?

Se trata de un trabajo interior, de conocimiento de uno mismo, de nuestras habilidades y miedos; en cualquier caso, permite que entrenemos la acción desde nuestro “yo”, lo que es como decir desde nuestros propios valores y desde aquello en lo que firmemente creemos.


¡Feliz Rasgo Sensible! ¡Feliz Coaching!


Y recuerda que…


  • La Alta Sensibilidad es un rasgo, no un trastorno ni una enfermedad, aunque puede generar sufrimiento

  • Ser PAS (Persona de Alta Sensibilidad) puede hacer que veamos el mundo como un lugar hostil, materialista y bastante ajeno a nuestros valores

  • Se calcula que tan sólo el 20% de la población son Personas de Alta Sensibilidad, lo que constituye un rasgo original en su carácter

  • La tendencia de “echar balones fuera” nos exime de sentir la responsabilidad de nuestras acciones, como si no pudiéramos cambiar nada

  • Entrenar nuestros valores puede ayudarnos a que desaparezca la sensación de que el mundo nos puede

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