En un momento u otro de la vida, quien más, quien menos ha cotilleado acerca de algo que ha hecho alguien, sobre todo si no coincide con nuestro propio patrón de conducta, ¿verdad? Términos como salseo, chisme, fisgoneo, curioseo, murmuración o habladuría se convierten en sinónimos de la acción de cotillear que, no obstante, tiene un nuevo significado. Desde el Coaching te invito a averiguar qué hay detrás de este hábito tan popular:
Hace unos días, durante una reunión familiar, una de mis personas favoritas empezó a hablar de una discusión reciente entre tres conocidos y en la cual no había estado presente.
Creo que el comentario no tenía intención maliciosa alguna, pues casi fue un pensamiento en alto. No obstante, alguien de entre quienes escuchaban recogió el guante y puso expresión de máxima atención.
En un intento por detener lo que yo entendía como cotilleo, pedí a mi persona favorita que no siguiera, ya que lo que iba a contar carecía de interés constructivo para los demás.
Sin embargo, el escuchante atento animó a lo contrario, con ademanes de “dime más sobre este salseo”, lo que provocó que todos nos echáramos a reír.
Fue en ese mismo momento cuando me di cuenta de que lo que llamamos cotilleo representa un cierto grado de poder, pues concentra un tipo de información que, según algunos expertos, nos ayuda a sentirnos a salvo.
Salseo sano
“Bien entendido, el chismorreo puede ayudar a las relaciones sociales, evitando quedarse apartado”, dice Joan Ramón Soto, experto en el diagnóstico de la ansiedad, que ha investigado sobre este fenómeno social.
“Es decir, es una forma de interactuar, socializar, de comunicarse con los demás que además es socialmente aceptable”, dice Soto en cuarto a la vertiente sana del chismorreo: “lo exponemos y comentamos sin caer en la crítica malintencionada o en dinámicas destructivas hacia la otra persona”.
“En este punto puede considerarse como una herramienta de comunicación, de relación con los demás, de respuesta sana en la relación con mi interlocutor”, dice este experto.
En una edición reciente de Vogue (17 julio 2023), Alba Correa en su artículo “En defensa del cotilleo: un viaje por peluquerías, brujas y chismes”, cita a la experta Kelsey McKinney (podcast Normal Gossip) al considerar el cotilleo como “herramienta social que, como todo, puede ser usado para el bien o para el mal”; “es el murmullo que se produce en las redes que tejemos unos con otros para sentirnos a salvo”.
McKinney considera que el salseo o los chismes (gossip) “nos da un conocimiento sobre aspectos de las personas y del mundo que nos oprimen en nuestro día a día”.
Dice además que el cotilleo tiene mala prensa “porque se confunde con términos como los de difamación o calumnia”.
Párate antes de decir
“El cotilleo insano es aquél mediante el que vamos a buscar el placer inconsciente que nos produce el hecho de hablar mal de la persona que tenemos delante, o también de otra de la que hemos oído o nos han hablado”, dice Joan Ramón Soto.
“Es así como entramos en un embrollo casi caótico del cual no conocemos todos los detalles, ni siquiera lo hemos investigado; es una especie de morbo consciente e inconsciente que nos produce satisfacción emocional y psicológica”, dice este experto, que, no obstante, reconoce que tiene una función social, principalmente a través de las redes sociales.
“No sólo es más fácil, sino que la propagación es más veloz, pero lo sano estaría en poder conversar de cualquier tema, como cotilleo sano mediante el que hablamos del otro, pero sin entrar en críticas, juicios, insultos ni desearle mal”.
Soto asegura que, a través del chismorreo insano “entraríamos en otro nivel que tiene que ver más con la frustración, ya que hay un proceso de proyección; es decir, cuando criticas al otro estás hablando de alguna parte de tu interior reprimida y, como no puedes hablar e identificarla en tí, aprovechas para caer en ese cotilleo malsano en cuanto alguien te da pie”.
Desde el Coaching te invito a reflexionar acerca de las posibles consecuencias que puede tener un comentario de tales características en la vida de la persona o personas agraviadas. Te propongo que, evitando juicios y Diario Coaching en mano, reflexiones acerca de las siguientes cuestiones:
¿Para qué haces comentarios sobre otra persona?
¿Qué hay detrás de esa conducta? ¿Qué es lo que te resuena?
¿Con cuál o cuáles de tus valores coincide?
¿Has pensado en las posibles consecuencias que puede tener para esa persona?
¿Crees que aportas algo valioso a quien le transmites tu indiscreción?
¿Qué beneficio obtienes tú en este proceso de cotilleo?
¿Qué tal si entrenas la discreción como valor?
Cuando tú eres objeto de cotilleo
Sea de forma sana o insana, puede que el hecho de que alguien curiosee en tu vida, en tu trabajo, en cómo vives o con quién te relacionas te moleste. Si eres objeto del fisgoneo de alguien, te propongo entrenar tu paciencia y tu compasión empática.
Evaluación. ¿Cómo te afecta realmente ese comentario malicioso que alguien ha hecho de ti? ¿Daña tu reputación? ¿Hiere a tu ego? ¿Te irrita porque uno de tus valores es la discreción?
Equilibrio. Si respondes que no a las cuestiones anteriores, a pesar de que la independencia sea tu valor favorito, te propongo desoír el chismorreo.
Evitar juicios. Aunque pueda costar un poco al principio, te invito a evitar el juicio sobre la persona o personas que han cotilleado sobre ti. Puedes pensar que sus motivos tendrán, pero son razones que son totalmente prescindibles para ti.
Compasión empática. Si has llegado hasta este punto, ya sabes la explicación que da el especialista: cuando alguien fisgonea, lo que realmente hace es proyectar aspectos de sí mismo que no se atreve a confrontar. Puede que detrás de tal conducta exista una de las emociones primarias más poderosas: el miedo.
Comprensión. Se dice que lo opuesto a la admiración es la envidia, otra emoción poderosa por el control que toma en la persona que la padece. Si siente envidia por cómo vives, con quién, por tu actividad laboral o tu núcleo de amigos, te invito a entrenar la comprensión, pues bastante tiene con el trabajo emocional que quizá tenga que confrontar.
Decir lo que piensas. Si tienes ocasión, habla con esa persona. Al expresarle el malestar que causa, quizá consigas que evite tales conductas, al menos hacia ti.
Relativiza. Pon en contexto la situación de la otra persona. También tu propia situación. Si tú no le das poder, el/la cotilla no podrá dañarte.
Si has llegado hasta aquí, te dejo con un aforismo compartido recientemente en redes acerca del salseo: “habla de mi vida cuando la tuya sea un ejemplo y, cuando creas que es un ejemplo, te darás cuenta de que ya no necesitas hablar de la vida de nadie”
¡Happy and Healthy Gossip Moments! ¡Happy Coaching!
Y recuerda que…
Bien entendido, el chismorreo puede ayudar a las relaciones sociales, evitando quedarse apartado.
El fisgoneo ha encontrado una vía de difusión más rápida a través de las redes sociales.
El cotilleo insano está relacionado con la frustración, al proyectar una parte interior reprimida que la persona no identifica.
¿Para qué haces comentarios sobre otra persona? ¿Has pensado en las posibles consecuencias que puede tener para ella?
Cotilleos, murmuraciones y habladurías son una herramienta social que, como todo, puede usarse para el bien o para el mal.
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