La risa es como una llave virtual a la alegría, es la acción que mejor encaja con otra herramienta importantísima para nuestro bienestar, la felicidad. Sólo con sonreír nuestro cerebro entiende que todo va bien, operando con arreglo a dicho estado. Hay más, pues la actitud que proyectemos es justo la que nos va a volver, a modo de boomerang. Así que, desde el Coaching, te invito a que respondas a la siguiente pregunta: ¿ya te has reído hoy?; si no lo has hecho, ¿a qué esperas?
¡Ay, qué risa! Reconozco que últimamente entreno ser consciente de mi risa, es decir, ver qué cosas provocan mi buen humor que, por otra parte, es uno de mis valores.
Procuro rodearme de personas “vitamina”, como dice la psicóloga Marián Rojas-Estapé, gente que, por ejemplo, cuenta chistes inocentes, calificados por algunos como “malísimos”, aunque a mí me hagan reír. O también las que, cuando me ocurre algo gracioso, tienen la paciencia de esperar a que me serene y termine de reírme, para escuchar lo que ha provocado la diversión.
A mí también me pasa, quiero decir que, a veces, alguien se arranca a reír y, a pesar de que intenta compartir lo que ha provocado sus carcajadas, no es capaz, de tanta risa como le da. En esas situaciones, soy de las primeras en ponerme a reír con ella, aunque no sepa de qué; simplemente, me contagio de esa alegría, de esa explosión de vida.
En el último fin de semana, durante una comida con tres de mis personas favoritas, se ha producido uno de esos divertidos episodios. Lo cuento: tomamos café y me dirigí al aseo. Tras enjuagarme las manos, decidí lavarme los dientes, así que, como no había colgador para el bolso, dejé una de sus asas en mi hombro izquierdo, mientras sacaba de él un cepillo de dientes y la crema.
Minutos antes, mientras lavaba mis manos, comprobé que el temporizador de la luz que iluminaba el baño, el cual no tenía ventana, duraba unos pocos segundos, por lo que había que alzar un brazo o moverse de un lado a otro para que volviera a encenderse.
El caso es que, mientras echaba crema dental en mi cepillo, la luz se apagó. De forma refleja, lancé mi brazo derecho hacia arriba y atrás, sin recordar que el cepillo, que tenía en mi mano derecha, ya estaba cargado con la pasta dentífrica.
La luz se encendió, pero la crema de dientes había desaparecido. En ese momento, se produjo una situación comiquísima conmigo misma, pues en los escasos segundos de tregua que me daba el temporizador palpé mi cabeza e intenté ver mi espalda, preguntándome dónde estaría la porción de dentífrico que ya no estaba en el cepillo.
Hacer eso y empezar a reírme yo sola fue todo una, hasta el punto que tardé un rato en lavarme los dientes. Lo conseguí, no sin antes levantar únicamente el codo derecho, no fuera a ser que me quedara sin crema.
Poco después la situación se complicó algo más, pues el foulard que llevaba al cuello competía con un colgante, con el bolso en mi hombro izquierdo y con mi pelo, que avanzaban por ambos lados, dispuestos todos a meterse en el chorro de agua que caía en el cuenco de mi mano derecha, a modo de vaso, para enjuagarme.
La luz volvió a apagarse al menos tres veces más, pero entre la risa, el agua, mi pelo, el bolso, el colgante y el foulard, dejé de contar las veces que me moví para encenderla.
Cuando creí que estaba algo más serena, salí del aseo, dirigiéndome al comedor. Entonces me di cuenta de que lloraba de risa, lo que me hizo volver, en bucle, a la escena tan divertida que había protagonizado.
“Las personas olvidarán lo que dijiste y lo que hiciste, pero siempre recordarán cómo las hiciste sentir”, dice Inma Rabasco, actriz y terapeuta en “Living with Choco”, además de autora de “Reír y vivir. Claves para despertar tu alegría interior”.
“Al reírnos aparecen la dopamina y la serotonina, neurotransmisores que nos relajan y nos ponen de buen humor”, dice Rabasco; “también aumenta la actividad de la glándula tiroidea, disminuyendo así nuestro estrés”.
Tomárselo a risa
¿Conoces las ventajas de la risa? Desde el sitio web naturisima.org nos dan al menos quince:
Produce endorfinas. Reduce el mal humor, la preocupación, la angustia y la tristeza.
Atrae a la gente. Envía mensajes positivos a tu entorno.
Reduce el estrés, al reducir el cortisol u hormona del estrés y la adrenalina en el organismo.
Libera las emociones reprimidas. Una gran risotada puede ayudarte a desahogar tanto como una llantina.
Elimina el insomnio, dada la fatiga sana que produce.
Limpia las paredes arteriales. Baja la tensión arterial.
Favorece la eliminación del colesterol. Mejora la circulación.
Refuerza el sistema inmunológico. Ya que incrementa los linfocitos y determinadas inmunoglobinas.
Mejora la digestión. También la eliminación de la bilis, ya que moviliza 450 músculos.
Contribuye a limpiar los ojos mediante el lagrimeo.
Despeja la nariz y los oídos a partir de la vibración que produce en la cabeza.
Aumenta la capacidad respiratoria. En lugar de los seis litros de oxígeno habituales, entran doce litros en nuestros pulmones cada vez que reímos.
Rejuvenece, por la acción sobre los músculos de la cara. Hay 52 pares de músculos que relacionan nuestro rostro con el resto del cuerpo.
Masajea la columna y las cervicales, estirándose de forma natural.
Promueve la eliminación de toxinas mediante el sudor.
La psicóloga Elena Sanz (lamenteesmaravillosa.com) propone integrar la acción de reír en nuestra rutina diaria, por lo que nos invita a identificar nuestro propio sentido del humor, a crearnos el hábito de evocar recuerdos y pensamientos positivos, a rodearnos de personas divertidas, que nos contagien su alegría, a volver a jugar (nos conecta con nuestro niño interior) y, sobre todo, a entrenar la sonrisa: “sonríe sin motivo y hallarás motivos cada vez con mayor facilidad”.
Para quienes habéis llegado hasta aquí, os cuento un poco más sobre mi ataque de risa en el restaurante.
Al llegar a la mesa donde estaban mis personas favoritas, lo hice doblada, literalmente. Las carcajadas no me dejaban compartir el motivo de mi risada, así que los tres esperaron, pacientemente, a que me tranquilizara un poco.
El resultado es que todos se echaron a reír aunque, según me confesaron, lo hicieron más al ver mi actitud que por la escena que originó mis carcajadas.
Ahora, mientras lo comparto contigo, sigo riéndome y ¿sabes qué? que me encanta, porque me hace sentir muy feliz; así que, siguiendo la sabiduría de mi abuela sevillana, te hago su misma recomendación: “ríete, que es gratis”.
Pues, como dice Inma Rabasco, “la risa es como el limpiaparabrisas, nos permite avanzar, aunque no se detenga la lluvia”.
¡Felices Risas Diarias! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Procura rodearte de personas vitamina, que te aporten alegría.
Mi abuela sevillana solía decirme: ¡ríete, que es gratis!
Despeja, rejuvenece, atrae, masajea, mejora y refuerza; son algunos de los beneficios de la risa.
Las personas olvidarán lo que dijiste y lo que hiciste, pero siempre recordarán cómo las hiciste sentir.
La risa es como el limpiaparabrisas, nos permite avanzar, aunque no se detenga la lluvia.
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