¿Te gusta ser compasivo? ¿y que te compadezcan? ¿qué significa este término para ti? Existe la creencia de que, cuando uno siente compasión, no está amando verdaderamente a la otra persona, aunque, ¿te autocompadeces a menudo? Desde el Coaching te invito a reflexionar sobre este valor al que suele tildarse de secundario e incluso de negativo
“No necesito que nadie sienta compasión por mí” es una de las frases más escuchadas en las películas en las que se habla de emociones, particularmente las norteamericanas. En tales casos, se entiende que la actitud compasiva es propia de quien no ama al otro, como si se tratara de términos excluyentes.
En Coaching solemos hablar de “compasión empática”, en un intento de equilibrar la negatividad que parece implícita en la primera palabra, al menos para algunos de los coachees o clientes.
En su libro “La insoportable levedad del Ser”, el dramaturgo y ensayista checo Milan Kundera establece un curioso paralelismo entre la etimología de la palabra compasión según la raíz del idioma y su significado.
“Todos los idiomas derivados del latín forman “compasión” desde el prefijo “com” y el término “passio” que, originariamente, significa padecimiento”; es decir, según la tesis de Kundera, en lenguas como la española “compasión significa que no podemos mirar impertérritos el sufrimiento del otro” o también: “participamos de los sentimientos de aquél que sufre, lo cual supone cierta indulgencia (…) motivo por el que el término compasión o piedad produce desconfianza”.
Dice Kundera que la palabra compasión, en este contexto, “parece que se refiere a un sentimiento malo, secundario, que no tiene mucho en común con el amor (…) por lo que querer a alguien por compasión significa no quererlo de verdad”.
El valor más elevado
En idiomas como el checo, polaco, alemán o sueco, ese término se construye a partir del prefijo “com”, de igual significado, seguido de la palabra “sentimiento”, por lo que ambas palabras se usan, aproximadamente, en el mismo sentido; “es imposible que se refiera a un sentimiento secundario o malo”, dice Kundera.
El autor de diversos cuentos cortos, novelas y ensayos, define el significado de este valor: “tener compasión significa saber vivir con otro su desgracia, pero también sentir con él cualquier otro sentimiento, como alegría, angustia, felicidad o dolor”; “esta compasión significa también la máxima capacidad de imaginación sensible, el arte de la telepatía sensible; es, en la jerarquía de los sentimientos, el más elevado”.
Desde el Coaching, te propongo que entrenes este nuevo estado de la compasión, partiendo de las siguientes preguntas:
¿Qué entiendes por sentir compasión por alguien o por algo? Puede que sientas pena, tristeza o incluso enfado al ver a esa persona en una situación que la convierte en “digna de ser compadecida”. También puedes sentir empatía y, al igual que nos muestra Kundera, sabes vivir esa desgracia con la otra persona.
¿Qué emociones son las que se activan cuando sientes esa compasión? Al desarrollar la empatía, somos capaces de percibir lo que el otro siente, aunque desde fuera, sin que nos llegue a afectar como algo propio. ¿Es éste tu caso?
¿De qué tipo de compasión se trata? Al experimentar simpatía por el otro, en vez de empatía, es probable que sintamos emociones similares a las de la otra persona, aunque el asunto no nos afecte como tal.
¿Puedes ayudar a la otra persona desde la simpatía?
¿Evitas juzgar cuando alguien se muestra víctima? Este último rol consigue que tu interlocutor entre en bucle y, de no andar rápido, puede envolverte a ti también. Si te centras en los hechos, evitarás la compasión por obligación, es decir, serás consciente de en qué punto estás y cuál es el papel que interpreta la otra persona, centrado en una autocompasión de padecimiento.
Desde la empatía, ¿cómo puedes acompañar al otro? Cuando la compasión es sentimiento, nos es posible estar al lado de la otra persona, prestándole atención plena, escucha y apoyo.
¿Cómo te autocompadeces: desde el padecimiento o desde la empatía?
Tal y como lo plantea Kundera, la compasión forma parte del elenco de las emociones propias del amor. Se trata de sentir con la otra persona, evitando juicios, respetando y prestando el apoyo que nuestro ser favorito merece.
Si has llegado hasta aquí, te aclaro algo: “La insoportable levedad del ser” no había sido, hasta ahora, una de mis prioridades de lectura. Reconozco que había juzgado la parte (el título) por el todo (la obra) hasta llegar a la conclusión de que había otras historias que prefería anteponer.
Lo comparto contigo hoy, al tiempo que me doy cuenta de la inutilidad del juicio, incluso en lo tocante a los temas más sencillos, como puede ser la elección de un libro.
¿Cómo es que lo estoy leyendo? Te cuento: hace unas noches, la intuición escogió la madrugada para revelarme una respuesta que llevaba tiempo desoyendo. El caso es que me desvelé y eché mano de un radio despertador que ya es vintage porque pasó el tiempo y que además funciona con pilas, pero que adoro, por la camaradería que me brinda en momentos así.
Tras un recorrido por las emisoras, encontré el programa “Un libro, una hora” en la cadena Ser. Esa madrugada estaba dedicado a la obra citada de Milan Kundera, de la que Antonio Martínez Asensio fue narrando párrafos seleccionados, acompañados de aclaraciones sobre el contexto histórico del autor y de la propia novela.
El programa, del que se pueden descargar los podcasts, lo recomiendo encarecidamente, pues tanto su tono como su lenguaje son propios de una conversación entre amigos, más que de una tertulia literaria. De hecho, Martínez Asensio consiguió que “La insoportable levedad del ser” se convirtiera, para mí, en una lectura indispensable.
¡Y tanto!, pues gracias a Kundera he podido comprender mejor la relevancia del valor de la compasión; y compartirlo contigo, por cierto.
¡Feliz Compasión! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Existe la creencia de que, cuando uno siente compasión, no está amando verdaderamente a la otra persona.
Tener compasión significa saber vivir con otro su desgracia, pero también sentir con él la alegría, la felicidad o el dolor.
En la jerarquía de los sentimientos, la compasión es el más elevado, según algunos expertos.
Cuando la compasión es sentimiento, nos es posible estar al lado de la otra persona prestándole atención plena, escucha y apoyo.
¿Cómo te autocompadeces: desde el padecimiento o desde la empatía?
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