Cuando lees la palabra frágil ¿qué es lo que te sugiere? Quizá veas una hermosa copa de cristal, una obra de un famoso pintor o incluso a una persona herida. Desde el Coaching te propongo trascender el concepto hasta llegar a su opuesto, la antifragilidad que, en términos de espiritualidad, va más allá de la robustez y de la resiliencia
A mí el término frágiles me lleva, casi de forma inmediata, al recuerdo de la película del mismo título, dirigida por Jaume Balagueró en 2005 y protagonizada, entre otros, por la actriz Calista Flockhart (te la recomiendo, en el caso de que, como a mí, te gusten las historias de miedo)
Las protagonistas del film son vulnerables, que no es lo mismo que ser frágiles, y resultan de una fortaleza envidiable frente a las fuerzas del más allá (sigo cubriéndome parcialmente los ojos durante algunas escenas, cada vez que la vuelvo a ver)
La fragilidad la entendemos como debilidad, como quiebra; sin embargo, hay personas que le dan el mismo significado a la vulnerabilidad; “es vulnerable aquél que es capaz de ser receptor de lo que pasa a su alrededor, logrando emocionarse”, dice Yerutí Espina (demujeresydiosas.com) “mientras que la fragilidad implica que algo o alguien se quiebra”.
“No es necesario ser frágil, sino antifrágil”, dice la coach Ontológica, parafraseando al ensayista e investigador libanés Nicholas Nassim Taleb, quien en su libro del mismo título revela “cómo obtener beneficio del desorden y el caos, al tiempo que nos protegemos de las fragilidades y de los acontecimientos adversos”.
“El concepto de antifragilidad de Taleb va más allá de la resiliencia y de la robustez”, dice Espina, “ya que el resiliente resiste a los choques y permanece igual, mientras que el antifrágil mejora”.
Para ello es imprescindible que, ante una situación que nos ocurre y nos causa dolor, nos preguntemos para qué llega esto a nuestra vida, es decir, no se trata de resistir y seguir adelante, sino de encontrarle un sentido; “de esta manera te vuelves una persona más poderosa, con más recursos, llegando a ser tu mejor versión”, dice Yerutí Espina.
Aprendizajes del Kintsugi
Cuenta la leyenda que ocho siglos atrás, en Japón, el soghun (general a cargo de una población) Ashikaga Yoshimasa envió a China dos de sus cuencos favoritos para que repararan sus grietas y roturas.
Las piezas volvieron con un aspecto tosco que no era de su agrado, por lo que en esta ocasión las envió a un artesano japonés. Éste reparó las grietas con barniz de resina mezclado con polvo de oro, de tal manera que las hendiduras, lejos de disimularse, fueran bien visibles, dándole así un mayor valor.
La técnica kintsugi o kintsukuroi, que se traduce como reparación de oro, “se ha convertido en una filosofía de vida”, dice Yerutí Espina; “nos dice que las cosas pueden tener una segunda vida, que podemos sacar provecho de nuestras grietas”.
“Nos enseña a no descartar las cosas y que lo que se daña se puede reparar”, dice esta coach, que nos propone reflexionar antes de responder a la siguiente pregunta: “¿cómo hacer para que esta sociedad sea regenerativa, para contar con la sabiduría? “
La metáfora del Kintsugi se extrapola al concepto de la antifragilidad; Yerutí Espina nos indica algunas pistas para llegar más allá de la resiliencia:
Ser consciente de tus debilidades y aceptarlas.
Ser vulnerable y evitar ser frágil, pues en este último caso dependes de los demás.
Reconocer tus valores propios y actuar en consecuencia. En situaciones de incertidumbre, puedes aferrarte a ellos.
Saber quién eres. El autoconocimiento es una de las herramientas más poderosas.
Amarte y aceptarte tal y como eres. Evita los juicios y las comparaciones, pues mereces sólo por el hecho de ser.
Qué revela la antifragilidad
El simbolismo del kintsugi se basa en que “la complejidad de la reparación transforma estéticamente la pieza reparada, lo que le aporta un nuevo valor”, dice Yerutí Espina; “de ahí que las antiguas piezas arregladas mediante este método sean más valoradas que otras que nunca se rompieron”.
Esta antifragilidad revela algunos aspectos que la coach explica:
Cuantos más datos tengas acerca de un fenómeno, menos vas a entender lo que está ocurriendo.
Que no haya evidencia de algo o que no te des cuenta de ello no quiere decir que no exista, o que no esté sucediendo.
En ocasiones, no hacer nada es lo correcto. Por ejemplo, dejar de trabajar durante un rato nos permite encontrar la solución a las cosas.
Sumar silencio e intuición permite fluir, dejando que la solución de las cosas venga a nosotros.
Para quienes habéis llegado hasta aquí, os dejo la siguiente reflexión de Yerutí Espina: “el mundo y el momento elegido para encarnarse presentan diversas carencias y necesidades; hay personas que están en el lugar adecuado y en el momento preciso; no obstante, podemos preguntarnos ¿qué es lo que hace falta en este momento?”
¡Feliz Antifragilidad! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Vulnerable es aquella persona capaz de darse cuenta de lo que pasa a su alrededor, logrando emocionarse.
Es resiliente quien resiste a los choques y permanece igual, mientras que es antifrágil aquél que, además, mejora.
La técnica kintsugi o reparación de oro nos enseña que lo que se daña se puede reparar.
Cuantos más datos tengas acerca de un fenómeno, menos vas a entender lo que está ocurriendo.
En ocasiones, lo correcto es no hacer nada.
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