Llega de repente, sin que nadie lo invite. Se presenta sin avisar. Y suele producirnos ansiedad, tristeza, angustia, miedo, alteraciones físicas, del sueño y hasta del humor. Es el estrés, ingrediente necesario en nuestro día a día, pero al que juzgamos insidioso, haciéndolo responsable de esos efectos que pueden llevarnos a enfermar psicológica, emocional y hasta físiológicamente. Desde estas líneas te propongo ver qué hay detrás de tu estrés, para poder ocuparte de él
Hace unos días, en una de las redes sociales aparecía un vídeo en el que su protagonista simulaba hacer una llamada telefónica para “anular su suscripción al año 2021”; decía: “sí, ya sé que quizá me pierda todo lo que está por venir, pero es que no llevamos ni quince días y ya se ha producido una mutación y rebrote del virus que nos ha tenido confinados en 2020, el asalto al Capitolio o el bloqueo provocado por la borrasca Filomena”.
Nada más verlo, y risotadas aparte, el mensaje me hizo reflexionar a propósito de que se trata de acontecimientos que pueden contribuir a que nuestro nivel de estrés alcance cotas muy altas. Son hechos que elevan nuestra preocupación, enlazando la angustia por lo que hemos pasado y proyectando nuestra ansiedad hacia un futuro que juzgamos incierto.
¿Cómo salir de este círculo?
Desde el Coaching te invito a un cambio de términos, sustituyendo la palabra preocupación por otra que tiene que ver con el presente: ocupación. De esta manera, confrontaremos el estrés, quitándole el control de nuestra mente. Y es que el estrés es como la sal: en poca cantidad es necesario, pero si uno se pasa…
Primero una cosa y luego la siguiente
Mi abuela Mercedes, una sevillana con salero y gracejo intravenosos, cuando veía a alguien alterado por la cantidad de temas que debía resolver, sitios a los que debía acudir o problemas que solventar, solía recomendarle, con gran parsimonia: “hay que empezar primero con una cosa, luego la siguiente, más tarde, otra; así es como terminarás todo sin alboroto”.
Recuerdo que la observaba con admiración, sin llegar a comprender muy bien a lo que se refería. Décadas más tarde la reconozco como una gran mujer que practicaba un Coaching muy natural, instintivo, en un momento en el que esta disciplina casi no se conocía. Lo que hacía mi querida abuela era ocuparse del estrés, confrontarlo. Y su técnica la compartía con todo aquél que quisiera escucharla.
Ahora te propongo atender y confrontar tu estrés; ser consciente de lo que está ocurriendo en tu interior. Para ello te invito a escribir en tu Diario Coaching lo que te sugieren los siguientes puntos:
¿Cuál es tu primera emoción cuando percibes que tu pulso se altera, cuando sientes la necesidad de ponerte a caminar, saltar o correr, para gastar el exceso de energía mental? Te invito a ponerle nombre a tu emoción.
¿Ocurre de la misma manera, o cada vez tu estrés se expresa de formas distintas?
Te propongo que, antes de que el estrés tome el control de tu mente, te detengas; te invito a que dejes lo que estés haciendo en ese momento e intentes reconocer qué es lo que ocurre. Como herramienta Coaching, te propongo que te sientes y realices tres respiraciones profundas y seguidas.
Te invito a que explores qué es lo que te preocupa, para así poder ocuparte de ello. No obstante, valora la importancia de ese hecho, utilizando la escala del 1 al 10, siendo este último valor el de mayor relevancia.
¿Ya lo tienes? Te propongo ahora a que le des una vuelta a la manera de resolverlo. Si todavía sientes mucha tensión, tómate de nuevo unos minutos haciendo algo que te evada, que te ayude a desconectar. La herramienta de “tormenta de ideas” puede serte útil; garabatea posibles soluciones, por muy absurdas que te parezcan.
Cuando haya pasado el episodio de estrés, te invito a que reflexiones un momento sobre ello. Se trata de que mejores tus resortes de respuesta ante el estrés, cuando éste alcanza niveles tóxicos.
Recuerda que todo está en nuestro interior; únicamente hay que buscarlo y ordenarlo, para tenerlo disponible.
Nada más verlo
El estrés tiene sus señales; son como avisos de que hace su aparición, por lo que en cada uno puede producir efectos distintos. Te propongo que en el mismo momento en el que notes tales cambios utilices tu propia estrategia para cortarle el paso, para que no vaya a más. El ejercicio físico (en el que también incluyo el baile, si es que estás en tu domicilio) dedicarte unos minutos para respirar profundamente; escuchar algún monólogo de humor, ver parte de un capítulo de tu serie preferida, llamar a alguna de tus personas favoritas o relatar en tu Diario Coaching cómo te sientes en ese momento son algunas de las acciones que pueden acompañarte en tu reto de ocuparte del estrés.
Como casi todo lo que hacemos en Coaching, ocuparse del estrés requiere de entrenamiento. Te propongo que emplees tu estrategia y que, pase lo que pase, evites el autojuicio. En este sentido, te convido a mantra: “la próxima vez lo haré mejor” o también: “todo va según el plan previsto”.
¡Feliz ocupación! ¡Feliz coaching!
Y recuerda que…
El estrés se presenta de repente, sin que lo invitemos, sin avisar y amenazando nuestra salud mental y física
Mi primera mentora en Coaching fue mi abuela Mercedes, para quien las tensiones se combatían desde el mantra: “primero una cosa, luego la siguiente; más tarde, otra”
Al sentir que tu pulso se acelera, puedes observar cuál es la emoción que sientes, poniéndole nombre para ocuparte de ella
Bailar, saltar, cantar, reírte, respirar profundamente, meditar o entablar una conversación con alguien querido son acciones en las que puedes apoyarte
Recuerda que todo está en tu interior; únicamente hay que buscarlo y ordenarlo, para tenerlo disponible
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