¿Qué se esconde tras las emociones? ¿A qué nos llevan? ¿Sabemos realmente quiénes somos? ¿Has ido a la consulta de algún psicólogo, terapeuta o coach? ¿Sabes cuándo sería conveniente acudir? Desde el Coaching te invito a explorar qué hay detrás de tus emociones.
¿Nos conocemos realmente por dentro, o dejamos que tanto para expresar amor como odio sean las emociones las que nos arrastren?
Quien más, quien menos, todos hemos tenido algún episodio en el que sentíamos entrar en un túnel emocional del que nos costaba trabajo salir; una espiral que nos empujaba en bucle al mismo pensamiento, una y otra vez. La ira y el miedo suelen ser las principales protagonistas, aunque la tristeza, el asco e incluso la alegría son emociones que también necesitan ser gestionadas.
La psicóloga Ana Asensio considera que cada emoción lleva a otra cosa: “la tristeza limpia, la alegría recarga, la ira moviliza, el asco nos limita y el miedo nos avisa”
Esta experta explica que existen cuatro causas en el origen de nuestro sufrimiento:
Resistencia. Evitar la confrontación y gestión de nuestras emociones.
Centro dramático. Considerarse el centro dramático de la situación. Cuando personalizamos todas las interacciones.
Renuencia al perdón. Si nos resistimos a pasar página, a perdonar; si de alguna manera nos negamos a resetear nuestro estado emocional.
Rechazo a la aceptación, al acogimiento, a lo que se considera la rendición sana ante la vida.
“Es positivo preguntarse si uno tiene noción de lo que siente”, dice Asensio; “si es, por ejemplo, envidia la cuestión sería qué puedo hacer con ella y, de alguna manera, movilizar esa rabia para considerar lo que deseo”
Re-conocerse
“Reconócete” es el nombre del programa desarrollado por el coach José A. González Calderón, experto en Bioneuroemoción o estudio del impacto de las emociones en el cuerpo. Respeto, aceptación, confianza, humildad y honestidad son los cinco pilares que lo sustentan, enfocado al hecho de crecer sin sufrimiento.
Para ello, según explica González Calderón, “el verdadero propósito es reconocerme, saber quién soy, dónde estoy y hacia dónde deseo ir” y también nos propone la siguiente cuestión: “¿cómo puedo estar pidiendo y, al mismo tiempo, ser incapaz de dar lo que solicito?; ¿cómo decirle a los demás que no me juzguen si yo no dejo de juzgar a los demás, incluso a mí mismo?”
Este coach nos invita a darnos cuenta de que “no nos falta nada, tan sólo nos sobran elementos como la tristeza, juicio, control o manipulación para intentar que todo ocurra como queremos” y propone: “reconócelo y suéltalo; cámbialo, sin entrar en bucles de pensamiento”
Para este proceso, González Calderón nos propone la siguiente secuencia:
Realizo respiraciones lentas. Me observo
Aquieto mi mente. Puedo aplicar alguna técnica de mindfulness o de meditación; por ejemplo, me centro en los sonidos, sin juicios; sólo escucho.
Siento si hay lucha en mí
Veo dónde está esa lucha interna.
Con total honestidad, me digo si me sobra esa pugna.
Si es que sí, que me sobra, la dejo ir.
Dejar paso a la alegría de haber entrado en conciencia.
De esta manera logramos “salir de la queja, del juicio, del bucle de víctima”, dice el coach José A. González Calderón; “éste es el gran cambio”
Responsabilizarse
Tanto la psicóloga Ana Asensio como el coach José A. González Calderón nos han propuesto pautas o guías para ser conscientes de nuestras emociones. Hay algo más, como es que todos, en nuestro interior, tenemos luces y sombras.
Desde el Coaching te invito a que prestes atención a ambas. Los aspectos positivos, relumbrantes y de los que nos sentimos orgullosos son nuestras luces. Pero ellas no existirían sin las sombras, esos elementos que tenemos tentación de esconder, de tapar.
Sin embargo, esas sombras requieren nuestra atención, nuestra consciencia, para que, conociendo quiénes somos, podamos redirigir nuestra energía sin provocar sufrimiento ni a los demás, ni a nosotros mismos.
La madurez emocional, psicológica y espiritual es variable en las personas, por lo que suele ser muy positivo entrenarla. Es por esto que ya se habla de un tercer tipo de inteligencia, que se suma a la cognitiva y a la emocional: la espiritual, que la psicóloga Ana Asensio define como “la conexión con nosotros, con nuestra paz interior mediante nuestros valores, sentido y propósito de vida”
¿Qué ocurre si por mí misma no soy capaz de gestionar mis emociones o de entrenar mi inteligencia espiritual? Desde el Coaching te proponemos encarecidamente que acudas a un profesional, bien sea un psicólogo, un coach o un asesor espiritual.
Desde el Coaching te invito a que hables, a que compartas tus sufrimientos con alguien que te pueda apoyar, acompañar, ayudar.
Un apunte más. El psiquiatra Forense José Miguel Gaona apuntaba en una de las mesas de debate del programa “Horizonte”, en XXXXX, que tenemos la responsabilidad, como individuos integrados en una sociedad, de entender qué es lo que pasa cuando alguno de tales individuos comete un acto execrable.
No basta con colocar etiquetas para definir y encasillar a esa persona, sino estudiar, caso por caso, para establecer unas pautas y perfiles que, de alguna manera, nos ayuden a entender qué hay detrás de tales sombras.
Mientras escribo estas líneas, aún no se ha cerrado el caso de Olivia y Anna, las niñas desaparecidas en Tenerife, aunque los primeros datos han confirmado la peor de las sospechas, referidas en concreto a la mayor.
Como ser humano y como madre me ha embargado una tristeza a la que tan sólo da algo de consuelo imaginar sus lindas almas en un lugar mejor, mucho mejor.
Y recuerda que, tal y como dijo en alguna ocasión la actriz estadounidense Katherine Herpburn: “el amor no tiene nada que ver con lo que estás esperando obtener; tiene que ver con lo que estás esperando dar”
In Memoriam Olivia y Anna
Y recuerda que…
Hay ocasiones en las que podemos entrar en un túnel emocional del que nos cuesta mucho salir
La tristeza limpia, la alegría recarga, la ira moviliza, el asco nos limita y el miedo nos avisa
Es positivo preguntarse si somos conscientes de lo que sentimos
Hablar para compartir nuestros sentimientos permite que nos hagamos responsables de nuestras emociones
Siempre juntas, Olivia y Anna
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