¿Sueles mantener charlas contigo mismo? ¿qué beneficio obtienes de tales diálogos? ¿eres de las personas que se lleva la contraria? ¿cómo te hablas? ¿conoces a alguien que hable a solas? ¿cuál es tu reacción al darte cuenta de que otro está hablando solo? Si eres de las personas a las que les gusta debatir consigo mismas, bienvenido al Club de la Autoconversación. Empezamos:
Creo que ya lo he contado en este mismo foro; no obstante, y como viene al caso, insisto en ello: cada mañana, nada más levantarme, me coloco ante el espejo de mi cuarto de baño así, al natural. Sin ni siquiera peinarme.
En ese momento empiezo a piropearme en voz alta, diciéndome cosas como “pero qué guapa estás, Silvia”, “si es que no se puede ser más bonita”, “menuda melena y qué ojazos” o también “vaya tipazo tienes”.
A veces, una de mis personas favoritas me pregunta qué estoy haciendo, particularmente los días en los que lo doy todo ante el espejo. Al salir, se lo explico.
Ésta es sólo una de los tipos de conversaciones que tengo conmigo misma. Sé que no soy la única, si bien es cierto que hay personas a quienes les da vergüenza que las vean hablando solas.
Distinguir con quién hablas
Cuando hablas a solas, contigo, en modo autoconversación, es importante que distingas desde dónde lo haces, es decir, desde tu ser interior, sin perder la pista en posibles desdoblamientos.
Sabiendo que con quien hablas es contigo, dándote esa licencia de verte a ti mismo desde otro ángulo, es como te permites observarte y reconocerte.
“¿Cómo te observas?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿para qué?”, pregunta en voz alta Diana Zicer, psicóloga experta en Eneagrama; “¿cómo saber que es una buena autoobservación, más neutra y curiosa que llena de juicios y críticas?”
“Nos observamos muy poco y de manera muy rápida, para que la información de lo que percibimos pase cuanto antes por los filtros de la identidad que hemos construido y que nos da esa sensación de lo que somos", dice Zicer.
De ahí que “lo que puede pasarte es que conoces una vieja versión de ti que sigues reforzando con tus percepciones y de la que te quedará de fondo esa sensación de no poder cambiar patrones, aquellos rasgos que te molestan o perjudican de alguna manera”, dice esta psicóloga; “conoces muy poco de ti porque tu ego se encarga de que así sea”.
Tu ego se instaló, durante la etapa de la infancia, “con un par de creencias porque algo le funcionó”, dice Zicer; “hoy te hace promesas muy atractivas, que nunca puede cumplir, pero que al desearlas tanto y tener resistencia a cuestionar dichas creencias, sigues en ellas”.
Se refiere esta psicóloga a mantras del tipo: “si haces lo correcto, te irá bien”,
“Si eres generosa y buena con los demás, tendrás amor en abundancia”, “si no molestas ni generas conflicto, estarás tranquilo”, “las emociones son fuente de malestar; evita las relaciones personales y serás libre”, “nadie vendrá a salvarte y protegerte; hazlo tú mismo y cuídate de las intenciones de los demás”.
“El ego te dice que mientras cumplas con tu parte, habrá seguridad, tranquilidad, éxito, amor, valoración, poder y hasta alegría”, dice Zicer; “lo cual es cierto a veces cuando, por ejemplo, has sido generosa y recibes un agradecimiento y un rato privilegiado de atención del otro”.
La ecuación A + B = C, cuando funciona, “evidencia a favor de que la creencia nuclear funciona, es decir, el mundo es predecible y sabes cómo moverte en la vida”, dice Diana Zicer; “aunque, en otras ocasiones, dicha ecuación no tiene el resultado esperado”.
Permítete hablar a solas contigo
La autoobservación, el autoconcepto, el autocuidado y la autoestima son parte del mismo concepto: llegar a saber quién eres.
Este conocimiento, que parte de dentro hacia afuera, tiene un aliado perfecto en la autoconversación. Es a través de ella como obtienes diversas ventajas que comparto contigo:
Reconocer tu propia imagen. Es posible que creas que te ves a cada momento; sin embargo, pierdes la percepción de ti mismo, de tu imagen, en el día a día. Propuesta: ponte ante el espejo al menos una vez por semana. Obsérvate sin juicio, simplemente reconócete en esa imagen que te devuelve el espejo. Y háblate. Dile algo bonito a tu yo.
Autoconcepto. ¿Qué concepto tienes de ti mismo? ¿cómo te ves en este momento, a solas contigo?
Autocuidado. ¿Qué puedes decirte hoy a ti? ¿cómo te lo dices? ¿qué lenguaje empleas? ¿es positivo?
Autoestima. Evita los juicios y las etiquetas. Recuerda que tú no eres tus conductas. ¿Qué le dirías a tu mejor amigo acerca de su personalidad? Propuesta: vuelve al espejo y dítelo a ti mismo.
Com-pasión. Aunque creas que has cometido un error, valora lo que has aprendido gracias a ello.
Expresar malestar. Hablar solo te permite soltar aquellas emociones que te producen malestar, como el enfado, el miedo, la soledad e incluso la tristeza. Es una manera de modular esos sentimientos, los cuales parten de pensamientos que, a veces, no llegas a controlar.
Entrenar posiciones. Mediante el diálogo contigo puedes entrenar cómo decirle a la otra persona eso que te da reparo comunicarle.
Discernimiento. Averigua qué es lo realmente importante. Propuesta: pregúntate en voz alta qué es prioritario para tu vida hoy, en este momento. Si no lo sabes con certeza, pregúntale a tu yo, a tu “Pepito Grillo” y escúchalo. Él te contestará.
Si has llegado hasta aquí, posiblemente te habrás dado cuenta de todas las ventajas que tiene el diálogo con uno mismo (con la salvedad de saber distinguir con quién hablas y desde dónde lo haces, ya sabes)
Yo lo practico cada día y me es muy útil para distinguir qué es aquello a lo que primero he de atender en mi día a día. Me acompaña en el discernimiento de qué puede ser beneficioso para mí y, sobre todo, me enseña a desdramatizar y abandonar el rol de víctima.
¿Te digo un truco? Si alguien te pregunta qué haces, porque te pilla hablando solo, basta con que le digas: “estoy hablando conmigo” o también: “ahora mismo estoy reunido”.
¡Felices Autoconversaciones! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
Mediante la autoobservación llegas a saber quién eres realmente.
Hablar a solas contigo requiere que lo hagas desde tu ser interior.
El autodiálogo te permite entrenar cómo decirle a la otra persona eso que te da reparo comunicarle.
Dentro de ti hay multitud de herramientas con las que podrás modular tus emociones.
Mírate al espejo cada día y dite cosas bonitas en voz alta.
Comments