¿Qué ocurre cuando algo no sale? ¿Cuál es tu reacción ante un propósito que no se cumple? ¿Cómo confrontas la frustración? ¿Crees que existe un para qué? ¿Hacia qué lado del ánimo te inclinas cuando algo no resulta? ¿Qué te hace sentir la desilusión?
Hace unos días, mientras charlaba con una conocida sobre la alegría, surgió el concepto de la ilusión. Personal y profesionalmente, esa esperanza en lograr algo, o confiar en que se produzca, constituye una poderosa herramienta con la que contrarrestar la aflicción y la melancolía existentes.
Al mencionar la palabra ilusión, esta persona me cortó casi en seco, poniendo en duda la validez realista de tal concepto: “ilusión proviene de la palabra iluso, alguien a quien se engaña fácilmente” Aunque la conversación era telefónica, su tono verbal casi me permitía ver su expresión de asco, no dejando lugar a dudas respecto a su desaprobación.
En ese momento, mi intuición me hizo ver que quizá esa persona tenía una creencia limitante con respecto a la ilusión; es más, creo que maneja una acepción de tal término totalmente distinta a la mía. Así, donde ella cree que la ilusión es “una imagen o representación sin verdadera realidad por causa de la imaginación o el engaño de los sentidos” yo mantengo la de “esperanza cuya realización nos parece especialmente atractiva” a la que añado: sugerente, motivadora, empoderante y fortalecedora. Es lo que tiene la esperanza.
El para qué de esta disquisición se explica al aclararte cuál es el tema del que voy a hablar y que te invito a seguir: la frustración, esto es, la desilusión. Cuando alguien se desilusiona implica que se ha visto privado de algo que esperaba, que se ha malogrado su intento o también que su propósito se ha truncado.
Qué hacemos con la frustración
El propósito es uno de los conceptos asociados al Coaching. Se trata de un objetivo, un reto que nos marcamos para conseguir dicha meta. Sin embargo, a veces dicha meta no llega, pues algo trunca o impide la consecución de dicho logro.
Desde el Coaching podemos hacernos diversas preguntas, encaminadas a reconocer si volvemos a intentarlo u optamos por cambiar de reto. Tal situación sucede cuando aún no contamos con la madurez emocional y/o psicológica necesaria para alcanzar ese propósito. O quizá es que, en vez de escuchar nuestra voz interior, oímos lo que nos dice otra persona.
Si acabas de experimentar una situación de frustración o desilusión, te invito a plantearte lo siguiente:
Evitar el juicio: ten sólo en cuenta los hechos ocurridos. Si juzgas es como si volvieras a cometer la acción que te ha llevado a la desilusión. Ver sólo los hechos te permitirá tomar distancia psicológica y emocional, consiguiendo así un punto de equilibrio desde el que contemplar tus nuevas posibilidades.
Evaluación de daños: qué ha pasado; cronología; qué corregirías si volviera a sucederte algo así. Te propongo que observes cómo te sientes en situaciones en las que no se ha cumplido lo que deseabas.
¿Es éste tu propósito? ¿Realmente lo deseas, o es el reto de otra persona? En ocasiones, otras personas proyectan sus anhelos en nosotros; es el caso de algunas madres y padres con respecto a la selección de estudios. Es también el caso de tu pareja, al empujarte a escoger un trabajo que a ti no te llena. Lo hacen con la mejor intención; sin embargo, tú tienes la responsabilidad de velar por tus intereses.
Dejarse fluir: las cosas pasan porque es lo que tiene que ocurrir. Ni luchar, ni combatir. La mayoría de las situaciones se solucionan más pronto que tarde.
Aprendizaje: qué extraes del error del pasado. Te invito a que recapacites acerca del error cometido en el pasado; la clave está en aprender de lo que nos han ocurrido para poder obrar con mayor acierto en el presente.
Para qué: qué puedes hacer frente a la desilusión. Eso: ¿qué puedes hacer frente a la frustración? Desidentificación. Esta técnica de Coaching se basa en calificar la conducta, el comportamiento o el hecho, en lugar de a la persona. Por ejemplo, si he dejado la habitación desorganizada, yo nunca seré la desordenada, sino que lo será mi conducta. Si he cometido una falta que ha malogrado un proyecto, el error está en mi conducta, nunca en mí.
Esto te permitirá aprovechar al máximo el aprendizaje extraído de la experiencia, sin juicios ni valoraciones.
Versión positiva de las cosas. Aceptación. Marcar de nuevo el propósito, o el propósito nuevo. Este punto también es de los importantes, a modo de escudo frente a la frustración, a la desilusión. Aceptar que te has equivocado puede ser un primer paso. Recuerda que es legítimo equivocarse.
Te propongo que escribas tus respuestas en tu Diario Coaching. Permítete la descripción pormenorizada, mejor cuantos más detalles tenga. Cuéntale a tu D.C. esa cronología de la desilusión, para desmenuzar después cómo vas a conseguir tu nuevo propósito (o el que ya tenías planteado, aunque desde otro enfoque).
Te invito a que compartas lo que te ha ocurrido con alguien de confianza; puedes pedirle su opinión. Escucha los planteamientos de la otra persona, evitando en lo posible los juicios.
Si es el otro quien enjuicia tus actuaciones, hazle saber que sólo quieres su opinión sincera, no su veredicto.
¡Feliz Escudo! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
- Desilusionarse implica verse privado de algo que se anhela, un intento malogrado o un propósito truncado
- Al juzgar volvemos a cometer la misma acción que nos ha llevado a la frustración
- Desde el cariño, algunas personas proyectan en los demás sus deseos, haciéndoles creer que tal es su objetivo
- Para vencer a la frustración a veces basta sólo con dejarse fluir, hasta alcanzar el objetivo perseguido
- Una versión positiva de los hechos sirve como herramienta para confrontar la frustración
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